«so where’s Neil when you need him?»

mayo 29th, 2014

meandneil 1997

-17 años después de aquella primera vez, volveré a saludarle. Muchas cosas han cambiado desde entonces. Él ahora tiene barba; yo entonces no la llevaba y ahora sí. Él sigue conservando ese pelo, aunque con más canas; yo lo llevo mucho más corto que entonces. Él no viste tanto de negro y yo no llevo esas camisas tan «especiales». Aunque mañana pienso ir de negro… :) Ni siquiera las fotografías como esa se revelan en estudios. Ahora todo es digital, inmediato…
Pero por muchas cosas que hayan cambiado, sigue siendo mi referente en la escritura. Para mí, mañana (y pasado mañana, si continuo con vida) va a ser un día muy especial. No sólo por poder intercambiar alguna palabra con él y recibir la dedicatoria en alguno de sus libros, sino porque además asistiré a una charla de esas a las que siempre he querido atender. Neil Gaiman siempre tiene cosas interesantes que contar. Siempre se aprende con sus conferencias, tanto de la vida como de su escritura. Y con un poco de suerte, quizás llegue a contestar alguna de mis preguntas. Sería un honor. Hay tanta incertidumbre en todo lo que va a pasar mañana que asusta. Las colas, los horarios, la lluvia… Pero va a ser una aventura bonita… Algo que valdrá la pena vivir… Tengo mucha ilusión puesta en estos días… :)

Y además, por la noche, veré a Queens of the Stone Age y a Arcade Fire, dos de mis grupos favoritos, con sólo diez minutos de diferencia. Me hubiera gustado ver también a St. Vincent, pero creo que no voy a llegar a tiempo, por desgracia. Los astros a veces son caprichosos al confabularse para que todo suceda de la forma que ellos marcan. Será cuestión de dejarse fluir y disfrutar de todo lo que llegue… Por una vez, llevo puesto el piloto automático y pienso vivir estos días sin pensar en otra cosa que en mí… Creo que me lo he ganado… :)

El refugio de Superman

mayo 20th, 2014

[Ventisca… Ese aire que revuelve la arena del desierto y que impide a cualquier bicho viviente que respire con facilidad… Que nubla la vista, que llena los ojos de polvo, que asfixia… El vendaval recorre los páramos desérticos sin respetar nada de lo que encuentra a su paso… Su fuerza derriba lo que intenta levantarse y detiene el avance de aquello que se atreve a interponerse en su camino… Sólo los locos podrían atreverse a aparecer sobre las tablas del teatrillo… Pero siempre hay algún loco que desafía lo que el destino depara… La vida salpica su paso con valientes de esa clase…
Las primeras filas se retuercen en sus butacas intentando refugiarse del viento y todo lo que arrastra… Algunos han cubierto sus bocas con pañuelos para poder respirar y la mayoría entrecierran los ojos para protegerlos de los zarpazos de arena que llegan… En esas condiciones no todo parece ser lo que es… Las siluetas se recortan de forma caprichosa… Lo que parece un arbusto, es una roca… Lo que parece un tronco seco son sólo unas cañas clavadas en la arena… Lo que parece un protagonista, a lo lejos, no es más que un pequeño zorro que camina con dificultad… Pero si se aparta el sonido del vendaval, si se entrecierran los ojos, si se escucha con algo más que los oídos, puede leerse en su mente el relato de una función agónica…]

desierto

– Días como ayer o noches como las dos últimas, tienen que existir… Días en que te ahogas… En que las fuerzas faltan… Días en que el cuerpo te duele horrores, como si te hubieran arrancado una parte de él… Porque en cierta forma eso es lo que ha pasado… Días en que echas de menos… En que añoras las viejas aventuras… Las llamadas… Su voz… Y días en que te das cuenta de que ya no significas nada… Que eres un cero… Una historia perdida en algún recuerdo… Nada… Y que otros escriben su historia por ti…
Los sueños duelen… Son impredecibles, pero a veces preferiría no tenerlos, porque el rastro que dejan es demoledor… Volver a hablar con Ella… Reírnos como siempre… Sentirla otra vez cerca, sin despedidas… Oler su pelo…
Sólo queda el consuelo de que el día siempre acaba; que la noche, por muy larga que parezca, llega a su fin… Como los desiertos… Y que después de haber visto las agujas del reloj girar durante toda la noche, el nuevo día quizás no empiece con esos tintes… Si no te aferras a esa esperanza por llegar a encontrar la última duna, aunque sea lejana, mueres… Y no quiero seguir muriendo toda mi vida… Sólo necesito dormir… Y encontrar lo mejor de mí mismo…

Días como ayer o noches como las dos últimas, tienen que existir… Para que uno se dé cuenta de cuándo ha llegado al final… Al destino que se ha marcado en el mapa… Encontrar la Fortaleza de la Soledad… «Hay que salir de aquí…»

La Fortaleza de la Soledad

Ana’s Song (Open Fire)

mayo 17th, 2014

-Dicen que la curiosidad mató al gato. Por lo visto, el origen de esa frase viene de una expresión inglesa del siglo XVI «la preocupación mató al gato» (asociada a la cautela que tienen estos animales) y que venía a asegurar que preocuparse demasiado es malo para la salud, aunque con el tiempo la palabra «preocupación» se cambió por la de «curiosidad». La curiosidad es una particularidad propia de los seres humanos, pero también especialmente perceptible en animales como los gatos, roedores o al resto simios.

En mi caso, la curiosidad es una de las razones que me mantienen vivo, como descendiente de mono que soy. Creo que sin curiosidad, todo sería apatía en esta vida. Llegaría un punto en que todo te aburriría y te sumergirías en la cotidianidad del día a día. Afortunadamente, siempre me han atraído muchas cosas; demasiadas para poder atenderlas todas. Además de las que ahora ocupan la mayor parte de mi tiempo, y que ya podría considerar «aficiones» (como la escritura o la cocina), tengo interés en aspectos tan dispares como el mundo de la ópera, el vino, el Cosmos, el origami, los bonsais, los peces de acuario, la Astrología, Batman, la radio, la música de los años 20-30-40, la meditación, el té, el tuneo de ordenadores, el steampunk o la mitología clásica, sólo por contaros los primeros que se me pasan por la cabeza en estos momentos. Ya os digo, demasiados. En algunos he llegado a profundizar más que en otros. Normalmente el tiempo es el que ha dictaminado el nivel de abstracción, pero de todos ellos me he llevado algo que llevo conmigo. Investigar es un pequeño juego para mí. Es hacer de Sherlock Holmes por un buen rato y poner mi mente a prueba para enlazar cabos. Buscar. Curiosear…

Silverchair ha sido un grupo con el que he tenido mis desencuentros. Cuando aparecieron, sobre todo con su primer disco, me sonaron a unos clones baratos de Nirvana, y ahí no pude reprimir mi absoluto desprecio hacia ellos. El segundo disco me pareció un paso adelante, e incluso me lo compré en uno de mis viajes al santuario de los discos baratos que era Andorra antiguamente. Con el tercero, tuve que rendirme a la evidencia de que éste era un grupo que había que seguir detenidamente.
Ana’s Song fue el segundo single del disco (sí, entonces se sacaban singles, ¡guau!), y la primera impresión que me llevé al escucharla fue que era una canción más sobre alguna ruptura y la necesidad que se tenía por el otro, aunque por alguna razón esa letra me hacía intuir que podía haber algo más allá. No era normal que alguien le deseara románticamente la muerte a su compañera, pero que por otro lado cantara a los cuatro vientos que la necesitaba de alguna manera que no quedaba evidente a primera vista. Entonces apareció mi lado inquieto, y gracias a una Internet que entonces era el diccionario nuevo al que todos acudíamos, fui recogiendo las piezas del puzzle.

Bajo esas letras se escondía uno de los cantos a la redención más bonitos que he conocido. La canción no es más que un grito por vencer una enfermedad, la anorexia que el cantante padeció durante unos años y que le llevó a abandonar la vida pública por un tiempo. «Ana» no era un nombre de mujer, sino la forma que llaman los pacientes a la anorexia, como «Mia» es el apelativo de la bulimia. Por eso existe esa relación de amor-odio con Ana en esa letra caótica. Una llamada de atención hacia cómo se puede estar apegado a algo que por otro lado te está destruyendo; sentirte atraído por lo que te hace no ser tú mismo, lo que te está devorando, lo que te hunde…
Durante la enfermedad, Daniel no dejó de componer. Aunque había momentos de odio absoluto hacia la música, la convirtió en su vía para expresar sus sentimientos. Y de esa forma transformó una experiencia desgraciada en algo de una belleza inusual. Una de las metas que llevo siguiendo desde hace tiempo; que todo el dolor se transforme en hermosura… Luego su vida ha seguido adelante, y creo que en cierta forma ha sido recompensando con una carrera y un talento especial… Un ejemplo de superación…
Y así fue como lo que parecía una canción relativamente vacía se convirtió en un himno al que en momentos de pérdida he recurrido. Canciones para la reconstrucción. Tengo unos cuantos más. Quizás os los vaya mostrando por aquí, poco a poco… :)

Expresar el dolor a veces se convierte en un acto de supervivencia. Y sobrevivir se convierte en una lucha diaria por ganar esa guerra en la que te encuentras inmerso. Las guerras nunca han sido beneficiosas para nadie. En cualquier contienda, ambos bandos siempre han salido dañados. Pero, ¿qué hay de aquellas guerras en las que uno de los bandos es invisible? ¿Esas en las que tu peor enemigo no puede verse, y de hecho, está tan cerca que habita dentro de ti mismo? Cuando cada mañana tienes que buscar algo a lo que aferrarte para levantarte y seguir adelante. ¿Cómo haces para desprenderte de una parte de ti que sigue carcomiendo? Cuando los fantasmas del pasado te siguen visitando… Cuando los del futuro te traen imágenes que duelen…

Sólo los héroes que han superado esos horrores pueden contarlo… Yo aspiro a ser uno de ellos…

Please die, Ana
For as long as you’re here, we’re not
You make the sound of laughter
And sharper nails seem softer

And I need you now somehow
And I need you now somehow

Open fire on my needs designed
On my knees for you
Open fire on my needs, desires
What I need from you

Imagine pageant
In my head
The flesh seems thicker
Sandpaper tears corrode the film

And I need you now somehow
And I need you now somehow

Open fire on my needs designed
On my knees for you
Open fire on my needs, desires
What I need from you

And you’re my obsession
I love you to the bones
And Ana wrecks your life
Like an anorexia life

Open fire on my needs designed
On my knees for you
Open fire on my needs, desires
What I need from you

Open fire on my needs designed
Open fire on my needs designed
On my knees for you

«wipe her from my memory…»

mayo 8th, 2014

– Ayer se hizo pública la noticia que llevo esperando desde hace casi un mes. Aunque podría haberlo comentado yo mismo desde entonces, siempre he defendido la nobleza en la vida ante todo, y en este caso era preciso esperar a que los organizadores decidieran comentarlo en primer lugar para hacerme eco de ello. He sido seleccionado para aparecer en la antología The Best of Spanish Steampunk. Ediciones Nevsky realizó la convocatoria el año pasado y, por lo que entendí, era casi dirigida a textos ya publicados anteriormente, los cuales serían traducidos al inglés y compilados en formato digital. Aunque era algo que veía muy difícil de alcanzar, me decidí a preparar un relato sin saber ni siquiera de qué iba a tratar. No tenía nada que perder…

The Best of Spanish Steampunk

La alegría llegó hace unas semanas, cuando la editora me confirmó que mi relato iba a estar en la antología. Encima, por primera vez recibiré algo de los beneficios. En realidad es lo que menos me importa, pero también hace ilusión. Lo más emocionante es comprobar la lista de autores que aparecen en ella. Escritores a los que admiro y que han publicado novelas de éxito, como Jesús Cañadas o Eduardo Vaquerizo, y escritores de cierta veteranía se entremezclarán con gente novel como yo, algo que me parece asombroso. Me hace especial ilusión aparecer al lado de Care Santos, una escritora nacida en mi ciudad y que ha conseguido ser el segundo libro de ficción más vendido este Sant Jordi, o Félix J. Palma, escritor que ha marcado un antes y un después en la ciencia ficción de este país con su trilogía victoriana. Quién iba a pensar que, cuando el año pasado por estas fechas me estaba dedicando su libro, un año después podría compartir páginas con él. Como decía en su dedicatoria, las historias nos hacen soñar… Y yo entonces tenía muchos sueños por cumplir… Ahora habrá que esperar hasta otoño para poder vivir éste… :)

felixjpalma

Otra vez la escritura me ha dado una lección. Que debo confiar más en mí y que la vida, si lo hago, me tiene que deparar muchas cosas buenas. Porque, como en este relato y en algunos que han venido posteriormente, sacar de lo malo algo bonito es una de mis prioridades. Y es una suerte que esas historias me sirvan como bálsamo para curar las heridas… Son «la pasión» a la que me estoy dedicando, como descubrí con mi chamana… Es lo único a lo que aferrarme que me queda ya…

Alguna vez me han preguntado de dónde saco las ideas para mis historias. En el caso de ésta fue bastante fácil, porque fue el reflejo de lo que me estaba sucediendo esos días. Acababa de bajar a los peores infiernos. La bomba había estallado y yo sólo tenía en mi mente el dolor que se siente cuando todo lo que has ido construyendo se desmorona definitivamente. Y aquella sensación de abandono… De haberlo perdido todo…
Lloré lo que nunca he llegado a llorar en mi vida. Y recordé cada palabra de las últimas conversaciones. Que yo era demasiado mayor, después de tantos años… Que podíamos ser las personas más importantes para el otro, pero no por eso vivir nuestras vidas juntos… Sólo dolor, heridas que se abrían…. Y todo ese sufrimiento se volcó al completo en aquella historia donde el personaje tenía esa sensación de que algo se rompía y que había que ponerle remedio… Una de las cosas que he aprendido es que cuando pones todo de ti en algo, sueles ver recompensado ese esfuerzo, por increíble que parezca… Y aunque esta fórmula mágica no se cumpla siempre, en este caso plasmar mi dolor en esas páginas me llevó a una historia de la que quedé muy satisfecho, casi diría que feliz, si no fuera por las circunstancias que lo rodeaban…
Pasaron las peores Navidades… Y entregué el relato el 1 de enero… Luego me acabé de derrumbar y toqué el borde del abismo el día de Reyes… A partir de entonces, hubo que caminar entre la desolación de un desierto…
Pero durante ese mes de diciembre hubo una canción que afloró para consolarme con su abrazo. Una canción con una frase que durante mucho tiempo fue el título del relato mientras trabajaba en él… «wipe her from my memory»… Fue esa la chispa de la que partió una historia donde el amor se transformaba en dolor y donde el protagonista intenta borrar el pasado…

Yo aún sigo luchando por conseguir eso… O al menos, por quitarme esa tristeza que siento al ver cómo se retorció todo y se truncó un futuro que parecía único y maravilloso… Pero me temo que borrar el pasado es imposible… Y es lo que el protagonista de mi relato también aprende… Seguirá doliendo, y hay que aprender a convivir con ese dolor y esos recuerdos… Y seguir sonriendo y amando, aun no siendo correspondido…
Sigo luchando y sigo creciendo… La muerte tiene ese extraño poder de transformación… Hasta ahora sólo lo había experimentado con muertes de personas fundamentales para mí, pero la muerte de un amor ha resultado ser igual de intensa…

Desde ese día yo también le pido a Dios que me dé fuerzas… «Fuerza» y «confianza» son dos palabras que tengo grabadas a fuego y que, en cuanto pueda, lo harán en mi brazo maltrecho…
Y esta canción que pide fortaleza me sigue matando cada vez que la escucho… Es una verdadera maravilla… Algún día me gustaría escribir así…

Now I have nothing
So God give me strength
‘Cos I’m weak in her wake
And if I’m strong I might still break
And I don’t have anything to share
That I won’t throw away into the air
That song is sung out
This bell is rung out
She was the light that I’d bless
She took my last chance of happiness
So God give me strength
God give me strength

I can’t hold on to her
God give me strength
When the phone doesn’t ring
And I’m lost in imagining
Everything that kind of love is worth
As I tumble back down to the earth

That song is sung out
This bell is rung out
She was the light that I’d bless
She took my last chance of happiness
So God give me strength

God if she’d grant me her indulgence and decline
I might as well
Wipe her from my memory
Fracture the spell
As she becomes my enemy

Maybe I was washed out
Like a lip-print on his shirt
See, I’m only human
I want him to hurt
I want him
I want him to hurt

Since I lost the power to pretend
That there could ever be a happy ending
That song is sung out
This bell is rung out
She was the light that I’d bless
She took my last chance of happiness
So God give me strength
God give me strength

Wipe her from my memory
I might as well
God give me strength
God give me strength
I might as well

Sprawl II (Mountains beyond mountains)

mayo 7th, 2014

-¡Vaya! ¡Me habéis pillado!

[El protagonista está sentado junto a una hoguera, meneando una sartén sobre el fuego…]

-Esta mañana me he levantado algo alicaído. Supongo que es el bajón propio de la resaca emocional que he sufrido el fin de semana con el asunto del anillo. Aunque el tema acabara milagrosamente bien (y me haya servido para aprender de nuevo una valiosa lección), no puedo negaros que pasé unos momentos horribles, y esa tensión acumulada tenía que escapar por alguna parte… O quizás es que este día tiene otros motivos para que me despertara así…

El caso es que, después de mi caminata matutina, me he enfundado en una camiseta con un mensaje muy apropiado y he empezado a planear un menú para quitarme esa sensación de tristeza. Cuando estás en el pozo, buscas la felicidad en las cosas más nimias, en «tonterías», como las llamo yo. Pero lo cierto es que si no fuera por estas cosas, ni siquiera me levantaría de la cama. Y, desde hace unos meses, una de esas tonterías que me esta ayudando a mejorar es la cocina.

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[El actor principal remueve con un golpe seco de muñeca el contenido de la sartén… El chisporroteo y una humareda se escapan del interior… El aroma que desprende lo que se cocina asalta a las primeras filas de la sala…]

Cocinar me calma. Me hace desconectar de mi realidad y me mantiene entretenido con algo de lo que aprendo cada día. Siempre me he defendido en la cocina, sin llegar a ser un «cocinitas», lo reconozco. Pero haber conocido a mi profe me ha ayudado a mejorar aún más y a abrirme a nuevos sabores y combinaciones que a mí no se me hubieran ocurrido de otra forma. Descubrir los beneficios de invertir tiempo en cocinar ha sido todo hallazgo. Además, me ha permitido perder 13 kilos (de momento). Otra «tontería» más.
Cuando era más joven no estaba a gusto con mi cuerpo, pero llegó un punto de mi vida en que me dejé de esas obsesiones. Simplemente viví, aun sin tener un cuerpo perfecto. Me centré en cultivar mi mente y mis valores, cosa que creo que es más importante. Realmente no necesitaba deshacerme de esos kilos, pero sí necesitaba algún reto de este tipo para motivarme, y no me ha ido mal. Ahora que peso lo mismo que pesaba en bachillerato, creo que ha merecido la pena conseguirlo. Pesar menos te hace estar más despierto, sentirte mejor con lo que te rodea y controlarte. Es como si la circulación de la sangre llegara a rincones que hasta ahora estaban abotargados y necesitaban revitalizarse. Incluso si paso la mano por el estómago, puedo notar la famosa «chocolatina», cosa que me hace cierta gracia, aunque no quiero conseguirla. No es mi objetivo.
En realidad, ahora que estoy más contento con mi cuerpo parece que me conociera mejor a mí mismo. Aunque como dijo mi chamana hace poco, la soledad también te ayuda a conseguir ese efecto…

Como os contaba, a mediodía me he puesto a cortar y cortar (con mi viejo cuchillo, aunque tengo ganas de estrenar mis cuchillos de cerámica) y han empezado a salir montañas de verduras. Aún no domino el corte tanto como el manejo de las sartenes o mi legendario arte para batir huevos, pero tiempo al tiempo. Además me he buscado un pinche de cocina para que me ayude a partir de ahora en estas tareas. Y ha sido así como se me ha ocurrido acudir aquí y hablaros de esta nueva pasión. Otra más. Con todas las que ya tenía… ¿Os podéis creer que antes de ir a dormir me ilusiono pensando en lo que voy a desayunar al día siguiente? Estoy chiflado… Pero ya lo sabías, claro…

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Debo confesar que cocinar para uno mismo a veces me da un poco de palo. Crees que no tiene sentido invertir tiempo en preparar un plato elaborado cuando vas a ser tú el único comensal. Pero ya veis que el beneficio no es sólo disfrutar del plato, sino también del proceso. Y es por eso que, aunque no tenga el día, me obligo a prepararme un menú en condiciones. Todo por la satisfacción que obtengo y por disfrutar de algo hecho con cariño, aunque sea para mí mismo. Tengo que cuidarme yo solo… :)
Por ejemplo, hoy que estaba algo necesitado de mimos y, como no hay nadie que pueda dármelos, he pensado que necesitaba chocolate. Entonces he improvisado un postre sencillo pero con gracia y una dosis generosa de cacao… Y me ha sentado muy bien… :)

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Desde que Hulk se ha puesto a cortar conmigo, he estado tarareando la canción durante todo el día. Y constantemente me venía a la mente el recuerdo de aquel día en que la cantábamos en el coche, a grito pelado, de camino a Andorra, mientras nos asombraba la enormidad de aquellas montañas…
Sigo escalando… Algún día llegaré a la cima… Os enviaré saludos desde arriba y os invitaré al rancho… ¿Gustáis?

[El protagonista ofrece la sarten a los asistentes con una sonrisa… Y esperando que no haya mucha demanda o tendrá que seguir cortando ingredientes un buen rato…]

Trust

mayo 4th, 2014

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«and with this ring I play so dead…»

mayo 3rd, 2014

-Al final Madame Odamae tenía razón. Después de esta semana nada sería igual…
Hoy en un alarde de hiperactividad, decidí que tenía que lavar el coche. Hace unas semanas cayó una lluvia de barro que fue la comidilla de toda Barcelona por unos días y que dejó todo como si hubieran volcado kilos de arena encima. Mi coche no fue excepción, y como no quería perder demasiado tiempo (el tiempo es de las pocas cosas valiosas que tengo ahora), pensé en llevarlo a un autolavado por primera vez. La verdad es que tenía hasta ganas de probarlo, como los niños cuando van a subirse a una atracción en la feria. Ha sido divertido.

autolavado

Al llegar a casa, siguiendo con mi enajenación temporal, he decidido que para dejarlo del todo listo, lo limpiaría también por dentro. Hacía años, desde nuestro último viaje a Málaga, que no lo hacía. Aunque pueda parecer imposible, tampoco lo necesitaba, pero quería cerrar ese capítulo también. Recoger los rastros que quedaban de aquello… Para mí era algo difícil pero lo estaba llevando bastante bien…
He aspirado todo el coche, he llenado un cubo de jabón y, esponja en mano y bayeta en la otra, he ido limpiando con la satisfacción de estar haciendo algo positivo. Algo de lo que me sentiría contento al acabar. Y era así… Hasta que ha llegado el momento de recoger…

He vaciado el cubo en la alcantarilla que hay al lado de casa, y al quedar todavía con mucha espuma, he llenado una segunda vez el cubo para aclararlo. Y ha sido al volcar ese segundo cubo cuando he oído un tintineo de algo que caía. La verdad es que me ha extrañado, pero no le he dado importancia, creyendo que quizás era alguna pieza pequeña del coche que al pasar la esponja me había llevado por delante. Una vez recogido todo he decidido ir a prepararme la comida. Así que me he ido a lavar las manos. Y al secármelas y mirar mi mano derecha (algo que hago instintivamente desde que tengo lo que ahora he perdido), me he dado cuenta de que mi anillo no estaba. Enseguida he relacionado ese tintineo con él y se me ha caído el mundo encima…

Ese anillo me lo dio mi abuela tiempo antes de morir. Según me dijo, era un anillo que había sido de mi madre cuando era pequeña (de hecho, yo lo llevaba en mi dedo meñique, porque no me cabía en ningún otro dedo). Según me dijo, tanto mi madre como mi tía habían tenido uno igual, una pequeña alianza de oro. Mi abuela siempre me pedía que llevara una pulsera o una cadena de oro al cuello; le hubiera gustado que un día hubiera aceptado llevar algo así, aunque a mí nunca me atraía la idea. Pero un anillo era diferente. Siempre me han gustado y he tenido una relación especial con ellos. Así que accedí a quedarme con él. Y desde entonces lo llevé en mi mano y lo atesoraba como algo de lo que no podría separarme nunca.
Desde que lo llevo, y especialmente en estos últimos tiempos, se había convertido en una especie de interruptor. Cuando estaba dándole demasiadas vueltas a la cabeza o nervioso, lo hacía girar en mi dedo pidiendo algo de calma. Y solía funcionar. No sé cómo voy a suplir ahora eso.

Es curioso que mi amigo I. también intervenga en esta historia. Hace unos meses, comentando el tema de mi brazo, me dijo que por qué no me cambiaba el anillo de mano, no fuera que me estuviera dificultando la circulación en él (ya que entonces lo llevaba en la izquierda, la del brazo afectado) y yo acepté la sugerencia. Aunque parezca extraño, en mi otra mano el anillo bailaba un poco, pero no hasta el punto de peligrar. Incluso hace justamente una semana, en nuestra cita del pasado sábado, salió el tema del anillo, porque él creía que ahuyentaría a gente que quisiera conocerme por interpretar que era una alianza de casado (que ni lo era, ni estaba en el dedo que corresponde)… Tuve que contarle la historia de ese anillo para que supiera lo equivocado que estaba… Ahora ya no tendrá motivos para temer por mí futuro… Una maldita alcantarilla se ha encargado de ello…

alcantarilla

Mirando atrás, mi relación con los anillos ha sido bastante peculiar. El primero de ellos al que le tenía un cariño muy especial lo perdí en mi primer viaje a Málaga, en un restaurante italiano. Otro de ellos se partió. Otro lo regalé y espero que siga estando en las manos en las que lo dejé. Los tres relacionados con Ella. Sólo me quedaban dos anillos especiales para mí. Uno que me quité cuando se acabó nuestra historia, porque era muy duro llevarlo e ir recordando todo lo vivido juntos, y éste que ha desaparecido hoy…

¿Y si no me hubiera cambiado el anillo de mano? ¿Y si me hubiera dejado de tonterías y me lo hubiera quitado para limpiar? Pues quizás aún lo tendría. Pero los «y si» son cuestiones que sólo sirven para martirizar más a los que ya no pueden hacer nada… Lo aprendí hace no mucho tiempo… Hice lo que consideré que estaba bien… Confié… Y me tocó perder… No hay más explicaciones que dar…

He revisado unas cuantas veces los alrededores de la alcantarilla y el interior, aunque la espuma no ha bajado y es difícil poder ver algo desde esa altura… Mañana volveré a revisarlo todo y supongo que el lunes llamaré al Ayuntamiento por si se puede hacer algo… Aunque me temo que está todo perdido…

Intentando pensar con todo lo que he aprendido en este tiempo, he interpretado que es una señal de la vida para decirme que tengo que dejar de apegarme tanto a lo material… El sentimiento se lleva dentro, y por mucho que haya perdido ese anillo, eso no es indicativo de haber dejado de querer a mi madre (lo más retorcido del tema es que mañana es el Día de la Madre), ni mucho menos… Pero me ha dolido… Intento autoengañarme pensando que quizás mi abuela se equivocara (durante sus últimos años a veces no sabía lo que hacía) y que ese anillo realmente no tuviera nada que ver con el pasado de mi familia… Ojalá… Me sentiría menos culpable…
Es una pena que las lecciones se tengan que aprender siempre a malas. Aunque, como dice mi profe de cocina, quizás si no fuera de esa forma, no se aprenderían nunca… Sólo espero que de la misma forma que se ha ido éste, en el futuro me llegue otro… Aunque no vaya a poder reemplazar al perdido… Noto que me falta algo… Me siento desnudo…

Al final Madame Odamae tenía razón…

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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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