Ana’s Song (Open Fire)

mayo 17th, 2014

-Dicen que la curiosidad mató al gato. Por lo visto, el origen de esa frase viene de una expresión inglesa del siglo XVI «la preocupación mató al gato» (asociada a la cautela que tienen estos animales) y que venía a asegurar que preocuparse demasiado es malo para la salud, aunque con el tiempo la palabra «preocupación» se cambió por la de «curiosidad». La curiosidad es una particularidad propia de los seres humanos, pero también especialmente perceptible en animales como los gatos, roedores o al resto simios.

En mi caso, la curiosidad es una de las razones que me mantienen vivo, como descendiente de mono que soy. Creo que sin curiosidad, todo sería apatía en esta vida. Llegaría un punto en que todo te aburriría y te sumergirías en la cotidianidad del día a día. Afortunadamente, siempre me han atraído muchas cosas; demasiadas para poder atenderlas todas. Además de las que ahora ocupan la mayor parte de mi tiempo, y que ya podría considerar «aficiones» (como la escritura o la cocina), tengo interés en aspectos tan dispares como el mundo de la ópera, el vino, el Cosmos, el origami, los bonsais, los peces de acuario, la Astrología, Batman, la radio, la música de los años 20-30-40, la meditación, el té, el tuneo de ordenadores, el steampunk o la mitología clásica, sólo por contaros los primeros que se me pasan por la cabeza en estos momentos. Ya os digo, demasiados. En algunos he llegado a profundizar más que en otros. Normalmente el tiempo es el que ha dictaminado el nivel de abstracción, pero de todos ellos me he llevado algo que llevo conmigo. Investigar es un pequeño juego para mí. Es hacer de Sherlock Holmes por un buen rato y poner mi mente a prueba para enlazar cabos. Buscar. Curiosear…

Silverchair ha sido un grupo con el que he tenido mis desencuentros. Cuando aparecieron, sobre todo con su primer disco, me sonaron a unos clones baratos de Nirvana, y ahí no pude reprimir mi absoluto desprecio hacia ellos. El segundo disco me pareció un paso adelante, e incluso me lo compré en uno de mis viajes al santuario de los discos baratos que era Andorra antiguamente. Con el tercero, tuve que rendirme a la evidencia de que éste era un grupo que había que seguir detenidamente.
Ana’s Song fue el segundo single del disco (sí, entonces se sacaban singles, ¡guau!), y la primera impresión que me llevé al escucharla fue que era una canción más sobre alguna ruptura y la necesidad que se tenía por el otro, aunque por alguna razón esa letra me hacía intuir que podía haber algo más allá. No era normal que alguien le deseara románticamente la muerte a su compañera, pero que por otro lado cantara a los cuatro vientos que la necesitaba de alguna manera que no quedaba evidente a primera vista. Entonces apareció mi lado inquieto, y gracias a una Internet que entonces era el diccionario nuevo al que todos acudíamos, fui recogiendo las piezas del puzzle.

Bajo esas letras se escondía uno de los cantos a la redención más bonitos que he conocido. La canción no es más que un grito por vencer una enfermedad, la anorexia que el cantante padeció durante unos años y que le llevó a abandonar la vida pública por un tiempo. «Ana» no era un nombre de mujer, sino la forma que llaman los pacientes a la anorexia, como «Mia» es el apelativo de la bulimia. Por eso existe esa relación de amor-odio con Ana en esa letra caótica. Una llamada de atención hacia cómo se puede estar apegado a algo que por otro lado te está destruyendo; sentirte atraído por lo que te hace no ser tú mismo, lo que te está devorando, lo que te hunde…
Durante la enfermedad, Daniel no dejó de componer. Aunque había momentos de odio absoluto hacia la música, la convirtió en su vía para expresar sus sentimientos. Y de esa forma transformó una experiencia desgraciada en algo de una belleza inusual. Una de las metas que llevo siguiendo desde hace tiempo; que todo el dolor se transforme en hermosura… Luego su vida ha seguido adelante, y creo que en cierta forma ha sido recompensando con una carrera y un talento especial… Un ejemplo de superación…
Y así fue como lo que parecía una canción relativamente vacía se convirtió en un himno al que en momentos de pérdida he recurrido. Canciones para la reconstrucción. Tengo unos cuantos más. Quizás os los vaya mostrando por aquí, poco a poco… :)

Expresar el dolor a veces se convierte en un acto de supervivencia. Y sobrevivir se convierte en una lucha diaria por ganar esa guerra en la que te encuentras inmerso. Las guerras nunca han sido beneficiosas para nadie. En cualquier contienda, ambos bandos siempre han salido dañados. Pero, ¿qué hay de aquellas guerras en las que uno de los bandos es invisible? ¿Esas en las que tu peor enemigo no puede verse, y de hecho, está tan cerca que habita dentro de ti mismo? Cuando cada mañana tienes que buscar algo a lo que aferrarte para levantarte y seguir adelante. ¿Cómo haces para desprenderte de una parte de ti que sigue carcomiendo? Cuando los fantasmas del pasado te siguen visitando… Cuando los del futuro te traen imágenes que duelen…

Sólo los héroes que han superado esos horrores pueden contarlo… Yo aspiro a ser uno de ellos…

Please die, Ana
For as long as you’re here, we’re not
You make the sound of laughter
And sharper nails seem softer

And I need you now somehow
And I need you now somehow

Open fire on my needs designed
On my knees for you
Open fire on my needs, desires
What I need from you

Imagine pageant
In my head
The flesh seems thicker
Sandpaper tears corrode the film

And I need you now somehow
And I need you now somehow

Open fire on my needs designed
On my knees for you
Open fire on my needs, desires
What I need from you

And you’re my obsession
I love you to the bones
And Ana wrecks your life
Like an anorexia life

Open fire on my needs designed
On my knees for you
Open fire on my needs, desires
What I need from you

Open fire on my needs designed
Open fire on my needs designed
On my knees for you


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