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marzo 31st, 2014

[Una luz parpadeante sube en el estrellado cielo del desierto dejando una estela que se difumina al poco. La luz se apaga unos instantes después… Al cabo de un rato, una nueva llamarada blanquecina repite el mismo camino para morir al poco… Cuando el público intenta vislumbrar en la oscuridad el origen de esas luces, se encuentra al actor principal sentado en la arena… En sus manos sostiene una barra. Descubre uno de los extremos e inmediatamente un nuevo fogonazo empieza a ascender…]

-El viernes pasado quise abandonar este desierto por un rato para mezclarme con la gente. Tenía esa necesidad. Sentirme uno más entre muchos. La excusa era la re-inauguración de mi librería favorita en Barcelona. Realmente iba a ser algo impactante, porque durante estos días se agolparon en mi cabeza muchos recuerdos de las visitas de años atrás, cuando no iba solo. Pasar por la antigua entrada y encontrarla cerrada fue como una metáfora de mi vida los últimos meses… Una mezcla de nostalgia y aceptación de la cruda realidad…

La antigua Gigamesh

Durante la bajada, pensaba en todos aquellos buenos momentos que ya no volverían… De la soledad… De cómo preocuparme por mí mismo era ahora la única opción para seguir avanzando… Que tenía que reivindicar mi posición en el mundo… Decirle que estoy aquí…

La nueva Gigamesh

Entrar en la nueva librería fue una experiencia ilusionante… Era toda una lección que en estos tiempos de crisis alguien haya apostado por crecer… En este caso, era económicamente, pero a nivel particular creo que es algo que llevo un tiempo aprendiendo… El saber aporta felicidad… Y esa está siendo mi inversión… Conocerme a mí mismo…
En ese momento, cruzándome con el resto de asistentes por los pasillos abarrotados, me di cuenta de la cantidad de gente que hace su vida sola… Sin atarse a nadie… Supongo que en algunos casos la vida les ha arrastrado a ese punto y en otros habrá sido una decisión meditada; sea como sea, las dos son decisiones perfectamente válidas… Pero me sorprendió ver que muchos buscaban el cobijo en conocidos y se formaban en grupos para pasar un buen rato y disfrutar de aquello que tenían en común… Salían de sus desiertos y los convertían en oasis por un momento… Como estaba haciendo yo entonces…

El GigaLienzo

Me hizo mucha ilusión encontrar uno de los libros en los que aparezco… Quizás no está en la estantería más vistosa del mundo (aunque en la pared detrás de los mostradores principales también había algún ejemplar), pero tampoco es algo que me incomodara… Al fin y al cabo yo soy así… Prefiero estar en las sombras que recibir el foco directo… Y mi nombre estaba en una estantería de Gigamesh… Es algo muy emocionante… Quién sabe si algún día habría un libro con mi nombre en la portada… :)

Dejen morir antes de entrar en Gigamesh

Y también lo fue que el creador de todo ese tinglado me dedicara su libro y me confesara un secreto que no puedo desvelar aún, pero que dentro de unos meses será un bombazo en la ciudad, y supongo que en el resto del país… Ojalá se cumpla y pueda contarlo… Va a ser mágico que coincida con este año…

El Papa Alejo Cuervo

Me llevé el nuevo libro de Neil Gaiman. Fue la excusa perfecta y un bonito recuerdo de esa tarde… Una en la que renace una librería y se desvanecen muchos buenos momentos…

Compras en la inauguración de Gigamesh

Mi amigo I. y yo acabamos la noche tomando algo en un local. Supongo que el bullicio era el mismo que se podría encontrar en muchos otros locales del estilo un viernes por la noche. Nosotros nos sentamos en la barra, como en los viejos tiempos. Hace años éramos tres solterones, ahora nos faltaba uno, pero también brindamos por él. Y seguimos hablando de cómo es la vida y de que conocer a alguien que realmente te llene no es tan fácil. Que no es bueno buscar una persona indiscriminadamente por el hecho de no estar solo. Porque la soledad no es mala del todo… Algo en lo que acabamos coincidiendo es que hay que esforzarse en que la felicidad no dependa de otras personas, sino que uno mismo sea capaz de serlo. Todo en previsión de que si confías tu felicidad a otra persona y ésta desaparece, se lleva tu felicidad con ella. En ese sentido, él me lleva unos años de ventaja, pero aspiro algún día a llegar al punto en el que él se encuentra ahora. Y creo que poco a poco lo conseguiré. Gracias a él y al resto de personas que me están ayudando en este camino tan difícil.

En un momento en el que desapareció para ir a fumar, me quedé solo contemplando al resto de gente. Justo a mi lado había una chica sola; frente a mí, mesas llenas de gente riendo y hablando, y grupos de guiris que se acercaban a la barra para pedir bebidas y pillar un buen pelotazo… Entonces me puse a pensar en cuántas de esas parejas que allí estaban formadas y disfrutando su momento, acabarían rotas al cabo del tiempo, sin saberlo ellas… Cuántas perdurarían… Cuántas estarían actuando con falsedad… Cuántas serían realmente transparentes… Sin ni siquiera olerlo, estaban viviendo unos momentos preciosos que quizás en un futuro serían sólo recuerdos de los que duelen… Piezas separadas de un mismo puzzle…
Últimamente observo mucho a la gente… De hecho, siempre he sido así, pero mi sentido arácnido se ha disparado bastante en los últimos tiempos… Me gusta verlas sonreír… Creo que es el mejor escudo que una persona puede tener ante la adversidad… Y es el que estoy intentando utilizar en este chaparrón… Disfrutar de la vida y sonreír cuanto pueda… Pasar tiempo con las personas que me quieren y ayudan… Y en la soledad, buscar lo que me hace feliz… Esta vez, sólo a mí… Dejar ir… No retener… No quedarme estático… Fluir…

Una vez fui feliz con otra persona… Ahora tengo que recuperar esa felicidad por mí mismo… Y por eso envío señales al futuro… Para decirle que sigo aquí…

[Entonces una nueva bengala cruza la noche…]


Es OBLIGATORIO escucharla con el volumen muy alto. Gracias…

Underwater Love

marzo 21st, 2014

– Si lo que estáis buscando es la más grande historia de amor jamás contada, no lo hagáis viendo Casablanca, rememorando la vida de John Lennon y Yoko Ono o leyendo La Princesa Prometida (aunque estaríais muy cerca). Para mí no ha existido un amor más grande que el que se narra en las aventuras de Penguin Adventure. A muchos os sonará a chino, pero tengo esperanzas de no convertirme en el abuelo cebolleta y que alguien más pueda entender lo que voy a contar.

Penguin Adventure

Penguin Adventure fue un juego de MSX que por nuestras tierras llegó en cuenta gotas (como casi todo lo que llegaba de Japón unas décadas atrás). Yo tuve la suerte de hacerme con uno de aquellos cartuchos, y disfruté como el enano que era acompañando a un pingüino en esa quimérica misión:
«La bella pingüina, princesa Penguette, ha sucumbido ante el virus mortal que arrasa al país de los pingüinos. El único remedio posible es la fruta del Árbol de las Manzanas de Oro que está en tierras lejanas. Hace mucho tiempo, los pingüinos solían vivir en esta tierra remota. Todavía le siguen llamando el Paraíso de los Pingüinos. No obstante, hace muchos años fueron expulsados de su patria chica por los frisaurios, horribles lagartos carnívoros voladores gigantes, ultraenemigos de los pingüinos. Los frisaurios continúan dominando el Paraíso de los Pingüinos. Haz el largo y peligroso viaje hasta la tierra del Árbol de las Manzanas de Oro. Salva la vida de la bella princesa Penguette y vuelve el reino de los Pingüinos a su gloria pasada.»

Así que Pentaro, el pingüino protagonista, después de haber recorrido ya el continente antártico en una carrera frenética en su primera aventura, tenía que recorrer todo el país de los pingüinos para recoger la manzana y volver a su amada lo antes posible, pues de ello dependía que la princesa siguiera con vida. Aquello era amor incondicional. Tendríais que ver al pobre corriendo como ningún pingüino ha hecho antes, e incluso volando por el espacio gracias a unas alas mágicas.

El pobre animalejo se pasaba pantallas enteras recogiendo pescado, enfrentándose a los temibles lagartos gigantes y cruzando tierra, mar y aire para llegar a su meta. Lo más demoledor del juego es que, efectivamente, Penta podía llegar tarde… Y que después de superar todas las pantallas podías encontrarte con la desagradable sorpresa de que la princesa hubiera muerto antes de tu vuelta.

Nunca llegué a acabar el juego. De hecho, era una de las cosas que me propuse hacer el verano pasado para no caer en las temibles siestas veraniegas (porque prefiero aprovechar ese tiempo en otras cosas), pero al final los avatares de la vida me quitaron ese reto. Aunque algún día tengo que retomarlo. No puedo morirme sin tener esa satisfacción en mi vida… :)

Una de las pantallas que más me gustaban era la que se debía cruzar buceando. En aquel entonces, en que casi todos los juegos consistían en correr o volar, eran pocos los que se desarrollaban bajo el agua… Pero lo que más me sorprendía era la melodía tan bonita que salía. Es una pena que no haya un vídeo donde aparezca al completo (no hay valientes como yo, dispuestos a pasarse la pantalla sin superpoderes para poder disfrutarla)… Pero seguro que os hacéis una idea…

Si queréis rememorar este juego tan genial, podéis hacerlo descargando el Emulador MSX y la ROM de Penguin Adventure. Os aseguro que vais a disfrutar mucho… :)

Por lo mucho que me marcó ese juego y la implicación emocional que me transmitía, cuando tuve mi nuevo móvil, quise poner esa melodía, por ser una de las más bonitas que haya escuchado jamás. La asigné al tono de llamada de la persona que más he querido. Creo que ella nunca llegó a escucharla. Y ya no llamará más, ni supongo que va a volver a sonar en mi móvil.
Pero esa música sigue ahí… Creo que en momentos de tristeza hay que buscar la belleza… Y esa, en mi opinión, es una de las melodías más hermosas que podréis escuchar en vuestra vida…

Todos tenemos cicatrices… Y ésta es una de las mías, junto a un brazo magullado por abrazarla todas las noches y muchos recuerdos… Escucharla es emocionarme al instante… Me pone la piel de gallina cada vez que lo hago, como me pasa con Ryuichi Sakamoto… Pero lo hago, no me preguntéis por qué…


Tanto la versión orquestal como esta preciosa versión a piano de la canción son obra de Gryzor87.

Laurens Walking

marzo 19th, 2014

[El protagonista ha pasado un día en el desierto de lo más movido… Las dunas no acababan nunca de aparecer en el horizonte, y por más que caminaba y caminaba, al poco asomaba otra que le hacía perder las esperanzas en salir de allí con vida… Pero por suerte la noche ha caído, y mañana el nuevo día podría traerle nuevos aires que se lleven la quemazón que siente… Tumbado junto a una hoguera improvisada, el actor principal ojea un libro… Es tarde y los ojos se le cierran inconscientemente, pero al verse sorprendido por el público, intenta mantenerse despierto para empezar la función…]

– Hace unos días, en uno de los podcast que escucho, hicieron la lectura de un fragmento de El Señor de los Anillos que me dejó impresionado. Reconozco que no recordaba en absoluto ese pasaje y me quedé asombrado del diálogo que tenían los personajes… Me gustaría que lo escucharais, para saber de lo que os hablo… Os va a encantar…

[Al protagonista no le gusta leer en voz alta, pero como según él, la ocasión merece la pena, empieza a leer del libro que sostiene…]

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Se sentaron en una grieta oscura entre dos grandes pilares de roca: Frodo y Sam un poco hacia adentro, y Gollum acurrucado en el suelo cerca de la entrada. Allí los hobbits tomaron lo que creían habría de ser la última comida antes del descenso al País Sin Nombre, y acaso la última que tendrían juntos. Comieron algo de los alimentos de Gondor y el pan de viaje de los elfos, y bebieron un poco. Pero cuidaron el agua, y tomaron apenas la suficiente para humedecerse las bocas resecas.

—Me pregunto cuándo encontraremos agua de nuevo —dijo Sam—. Aunque supongo que allá arriba han de beber. Los orcos beben ¿no?

—Sí, beben —dijo Frodo—. Pero ni hablemos de eso. Lo que ellos beben no es para nosotros.

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—Más razón para que llenemos nuestras botellas —dijo Sam—. Pero no hay agua por aquí y no he oído ningún rumor, ni el más leve susurro. Y de todos modos Faramir nos recomendó no beber las aguas de Morgul.

—No beber las aguas que desciendan del Imlad Morgul, fueron sus palabras —dijo Frodo—. No estamos ahí aún, y si encontramos un manantial, el agua fluirá hacia el valle y no desde el valle.

—Yo no me fiaría demasiado —dijo Sam—, a menos que me estuviese muriendo de sed. Hay una atmósfera maligna en este sitio. —Husmeó el aire—. Y un olor, me parece. ¿No lo siente usted? Un olor muy raro, como a encierro. No me gusta.

—A mí no me gusta nada de aquí: piedra y viento, hueso y aliento. Tierra, agua, aire, todo parece maldito. Pero es el camino que nos fue trazado.

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—Sí, es verdad —dijo Sam—. Y de haber sabido más antes de partir, no estaríamos ahora aquí seguramente. Aunque me imagino que así ocurre a menudo. Las hazañas de que hablan las antiguas leyendas y canciones, señor Frodo: las aventuras, como yo las llamaba. Yo pensaba que los personajes maravillosos de las leyendas salían en busca de aventuras porque querían tenerlas, y les parecían excitantes, y en cambio la vida era un tanto aburrida: una especie de juego, por así decir. Pero con las historias que importaban de veras, o con esas que uno guarda en la memoria, no ocurría lo mismo. Se diría que los protagonistas se encontraban de pronto en medio de una aventura, y que casi siempre ya tenían los caminos trazados, como dice usted. Supongo que también ellos, como nosotros, tuvieron muchas veces la posibilidad de volverse atrás, sólo que no la aprovecharon. Quizá, pues, si la aprovecharan tampoco lo sabríamos, porque nadie se acordaría de ellos. Porque sólo se habla de los que continuaron hasta el fin… y no siempre terminan bien, observe usted; al menos no de ese modo que la gente de la historia, y no la gente de fuera, llama terminar bien. Usted sabe qué quiero decir, volver a casa, y encontrar todo en orden, aunque no exactamente igual que antes… como el viejo señor Bilbo. Pero no son ésas las historias que uno prefiere escuchar, ¡aunque sean las que uno prefiere vivir! Me gustaría saber en qué clase de historia habremos caído.

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—A mí también —dijo Frodo—. Pero no lo sé. Y así son las historias de la vida real. Piensa en alguna de las que más te gustan. Tú puedes saber, o adivinar, qué clase de historia es, si tendrá un final feliz o un final triste, pero los protagonistas no saben absolutamente nada. Y tú no querrías que lo supieran.

—No, señor, claro que no. Beren, por ejemplo, nunca se imaginó que conseguiría el Silmaril de la Corona de Hierro en Thangorodrim, y sin embargo lo consiguió, y era un lugar peor y un peligro más negro que este en que nos encontramos ahora. Pero esa es una larga historia, naturalmente, que está más allá de la felicidad y más allá de la tristeza… Y el Silmaril siguió su camino y llegó a Eárendil. ¡Cáspita, señor, nunca lo había pensado hasta ahora! Tenemos… ¡usted tiene un poco de la luz del Silmaril en ese cristal de estrella que le regaló la Dama! Cáspita, pensar… pensar que estamos todavía en la misma historia. ¿Las grandes historias no terminan nunca?

—No, nunca terminan como historias —dijo Frodo—. Pero los protagonistas llegan a ellas y se van cuando han cumplido su parte. También la nuestra terminará, tarde… o quizá temprano.

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—Y entonces podremos descansar y dormir un poco —dijo Sam. Soltó una risa áspera—. A eso me refiero, nada más, señor Frodo. A descansar y dormir simple y sencillamente, y a despertarse para el trabajo matutino en el jardín. Temo no esperar otra cosa por el momento. Los planes grandes e importantes no son para los de mi especie. Me pregunto sin embargo si algún día apareceremos en las canciones y en las leyendas. Estamos envueltos en una, por supuesto; pero quiero decir: si la pondrán en palabras para contarla junto al fuego, o para leerla en un libraco con letras rojas y negras, muchos, muchos años después. Y la gente dirá: «¡Oigamos la historia de Frodo y el Anillo!» Y dirán: «Sí, es una de mis historias favoritas. Frodo era muy valiente ¿no es cierto, papá?» «Sí, hijo mío, el más famoso de los hobbits, y no es poco decir.»

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—Es decir demasiado —respondió Frodo, y se echó a reír, una risa larga y clara que le nacía del corazón. Nunca desde que Sauron ocupara la Tierra Media se había escuchado en aquellos parajes un sonido tan puro. Sam tuvo de pronto la impresión de que todas las piedras escuchaban y que las rocas altas se inclinaban hacia ellos. Pero Frodo no hizo caso; volvió a reírse—. Ah, Sam si supieras… —dijo—, de algún modo oírte me hace sentir tan contento como si la historia ya estuviese escrita. Pero te has olvidado de uno de los personajes principales: Samsagaz el intrépido. «¡Quiero oír más cosas de Sam, papá! ¿Por qué no ponen más de las cosas que decía en el cuento? Eso es lo que me gusta, me hace reír. Y sin Sam, Frodo no habría llegado ni a la mitad del camino ¿verdad, papá?»

—Vamos, señor Frodo —dijo Sam— no se burle usted. Yo hablaba en serio.

—Yo también —dijo Frodo—, y sigo hablando en serio. Estamos yendo demasiado de prisa. Tú y yo, Sam, nos encontramos todavía atascados en los peores pasajes de la historia, y es demasiado probable que algunos digan al llegar a este punto: «Cierra el libro, papá, no tenemos ganas de seguir leyendo.»

—Quizá —dijo Sam—, pero no es eso lo que yo diría. Las cosas hechas y terminadas y transformadas en grandes historias son diferentes. Si hasta Gollum podría ser bueno en una historia, mejor que ahora a nuestro lado, al menos. Y a él también le gustaba escucharlas en otros días, por lo que nos ha dicho. Me gustaría saber si se considera el héroe o el villano…

»¡Gollum! —llamó—. ¿Te gustaría ser el héroe?… Bueno, ¿dónde se habrá metido otra vez?

Lord of the Rings by Vania Zouravliov
Lord of the Rings by Vania Zouravliov

Está claro que todos estamos embarcados en una aventura que se alarga durante toda nuestra vida. Pero mientras la estamos escribiendo, no sabemos cómo va a acabar, si tendrá un final precipitado o si tendrá un desenlace feliz. Todo son incógnitas.

Ese texto me hizo pensar en mi «yo» futuro… ¿Qué pasará conmigo? ¿Cuándo se pondrá el punto final a mi historia? ¿Acabaré siendo un héroe o un villano? ¿Qué peripecias ocurrirán por el camino? ¿Qué se contará de mí cuando me haya ido? ¿Habré trascendido, o habré sido un cascarón vacío que no haya aportado nada a nadie? ¿Seré recordado, o no habrá valido la pena haber compartido un triste café conmigo? En momentos en que la confianza en ti mismo flaquea, esas dudas son de lo más motivadoras… Es todo un futuro por explorar… Todo por edificar… Una persona por ofrecer a los demás y este libro que es la vida…

El otro día una persona me preguntó si yo hablaba con mi madre. Me quedé sorprendido y dudé en decirle la verdad, por si me iba a tratar por un chalado. Por suerte, ella me dejó entrever que si lo preguntaba era porque ella lo hacía. Y una de las cosas que me pidió fue que cuando volviera a hacerlo, le preguntara si se sentía orgullosa de mí…
No sabremos el resultado final de la aventura hasta que llegue la palabra «fin», pero si de algo estoy convencido es de que mi vida está valiendo la pena, a pesar de los bandazos que he sufrido. Y de que mi madre se sentiría muy honrada de tener un hijo como yo, como yo lo estoy de seguir con los valores que me inculcó… Y aunque sea un consuelo efímero, me cojo a él en los momentos de debilidad… A eso y a canturrear lo primero que se me ocurre… Últimamente creo que incluso canto mejor… :)

Escribir me está ayudando a volver a ser yo mismo. Y las pequeñas alegrías que voy recibiendo, tanto críticas como publicaciones, me suben el ánimo (aunque sea momentáneamente). Mi amigo I. dice que debo aprovechar estos momentos para escribir una buena novela con cosas tristes. Que al menos de esta situación saque algo bonito y positivo que me ayude en mi recuperación. Y no le falta razón. Sin saberlo, ha acertado en gran parte de la melancolía que envuelve la novela que empezaré el mes que viene… La conexión Cáncer-Escorpio sigue funcionando a las mil maravillas… :)

Es un consuelo saber, como me dice él, que cada vez estoy escribiendo mejor. Al menos hay algo bueno en todo esto. También me ha pedido que el próximo relato sea de robots, porque son sus preferidos. Como sé que no lee esto, os contaré que quiero prepararle uno para su cumpleaños… Espero que me salga muy bien y le guste, porque está siendo un apoyo muy importante y se lo merece. Por suerte no le dejé abandonado cuando él sufrió algo parecido, o en estos momentos tendría todo el derecho a haberme dejado tirado y completamente solo…

Todo largo viaje empieza con un paso… Y yo ya llevo unos cuantos… Sólo espero que lo que venga a partir de ahora sea la mejor parte del trayecto… Tengo todas mis esperanzas puestas en ello…

Preaching the end of the world

marzo 15th, 2014

– Una vez creí que cuando llegara el amor a mi vida, iba a ser para siempre… Realmente siempre tuve una concepción muy clásica de este tema, lo reconozco… Creía que cuando conociera a esa persona, sería mi compañera hasta el final, hasta que la muerte nos separara, como dicen en las bodas… Que construiríamos un hogar, tendríamos niños y seríamos como los viejecillos de Up: una pareja feliz y cómplice para toda la vida…

Quizás ese razonamiento fuera culpa de los referentes que fui teniendo a medida que crecía. Los 80s eran una época donde la cultura marcaba tendencias, y aunque también se empezó a transgredir con muchas cosas (la música, las drogas, el sexo), es cierto que en la educación dirigida a los pequeños, esos estándares seguían vigentes. Transmitir esos valores de nobleza, fidelidad o altruismo estaban a la orden del día… Sólo tenéis que recordar a He-Man y los Masters del Universo (que incluso reservaban una parte al final del episodio para contar la moraleja de la historia), Willy Fog y la Vuelta al Mundo en 80 Días, Dartacán y los Tres Mosqueperros o Los Pequeñecos, entre otras series para ver a lo que me refiero.

En mi nuevo aprendizaje me he dado cuenta de lo equivocado que estaba. Somos seres orgánicos envueltos en una espiral universal de cambios. Es normal que nada dure para siempre. Ya lo decía Heráclito: «todo fluye, todo cambia, nada permanece»… Y las emociones no son menos…
Los cosas han cambiado mucho en estos años y esas referencias, en un mundo tan cambiante como el actual, han perdido parte de su vigencia. Hoy en día es muy difícil encontrar parejas que se aguanten más allá de 10 años. Incluso personas que se unen en matrimonio, acaban divorciándose por sorpresa al poco tiempo. Las relaciones se rompen con la facilidad con la que se rasga un papel. Años atrás, se aguantaban carros y carretas (y no digo que eso fuera lo correcto), pero se tenía más paciencia, se intentaba comprender al otro, empatizar y valorar lo que se tenía. Hoy vamos a otra velocidad. Todos corremos en busca de la propia felicidad arrasando con lo que se ponga por delante. Como las mantis devorando a su amado… No hay esperas. Es ahora o nunca… O al menos, esa es la sensación que tengo… Y no juzgo si estos momentos son mejores o peores que el pasado, simplemente, evidencio que todo es diferente ahora…

A pesar de todo este entorno cambiante, mis sentimientos fueron siempre los mismos durante estos años… Yo seguí pensando todas esas cosas… El amor para siempre, la persona ideal, el complemento soñado… Porque no me ha gustado nunca jugar con la vida de nadie, de la misma forma que no me gustaría que nadie jugara conmigo y con mis emociones… Me hubiera sentido muy ruin… Quizás porque tengo esos valores demasiado asimilados en mi interior… Pero lo cierto es que nunca dejé de creer en ese futuro, a pesar de los altibajos que todos sufrimos…

Una de mis películas favoritas por aquellos tiempos fue (es El secreto de la pirámide (o El Joven Sherlock Holmes). Me encantó la excusa de recuperar a un personaje tan carismático como Sherlock Holmes dándole un origen y jugando con él. También me impresionó en su día la estética y el hecho de que apareciera la civilización egipcia en la historia (por entonces creo que quería ser arqueólogo, después de haber visto Indiana Jones). Y sobre todo, me apasionó la aventura y los giros narrativos, incluso después de los títulos de crédito. La habré visto casi cincuenta veces, sin engañaros. Creo que compite con los Goonies a segunda película que más veces me he puesto (la primera es, incuestionablemente, Laberinto), hasta el punto de conocerme los diálogos casi de memoria.
En uno de los lances de la película (las partes de impasse que en realidad no me atraían mucho a esa edad) un chico muy estirado y bobalicón que se llamaba Dudley se quería dar aires de grandeza pavoneándose ante un grupo de compañeros, entre los que estaba el joven Holmes. Hablaban de lo que iban a ser de mayores.

Entonces Dudley preguntaba:
– “Holmes. ¿Y tú qué? ¿Qué quieres ser cuando seas mayor?”
Y Sherlock contestaba:
– “No quiero vivir solo.”
Y dirigía una mirada a Elizabeth, su amada.

Esa respuesta me quedó grabada para siempre. Muchas veces en mi vida la he recuperado y he revisado si yo respondería lo mismo o no. Ha habido épocas en las que pensaba que era absurdo que alguien no fuera capaz de vivir por su cuenta, sin depender de nadie. Luego, al probar las mieles del amor, pensé que efectivamente había logrado lo que quería. Había encontrado la persona con la que quería estar. La perfecta, a pesar de las imperfecciones que todos tenemos. La compañera que me entendiera y apoyara, y que valorara esas mismas cosas de mí hacia ella.

Pero ese futuro quedó desintegrado en un limbo de imposibles… Y además, me he dado cuenta de que será difícil volver a coincidir con alguien hasta el punto de poderla considerar un alma para toda la vida. Somos todos muy diferentes y todo es efímero… Y apostar tu corazón de nuevo en estos momentos, da miedo. El dolor por el que estoy atravesando me aleja de intentar recaer en ese idílico mañana. Es como el lobo que sale ahuyentado por el fuego de una antorcha. La travesía por el desierto está siendo muy dura, no os lo podríais llegar a imaginar. Ni queriéndolo a posta, hubiera conseguido hacerme descender tan profundamente a mis infiernos… El barco nunca se había encontrado en una situación tan lamentable. Los misiles acertaron de lleno en la línea de flotación de la nave y el naufragio ha sido inevitable. Y si dejo constancia de este momento aquí, es precisamente para en un futuro poder releerlo y comprobar si este dolor todavía hace mella o si al fin he conseguido superarlo y ser más fuerte. Pero los días son muy largos y las noches tienen demasiados tintes de recuerdos. Lo peor de todo es que no hay fórmulas mágicas para superar estos avatares. Sólo el tiempo. Y el tiempo pasa tan lento a veces…

No he perdido la esperanza en mí y en que algo bueno tiene que llegar después de todo este camino. Por el momento, hay que restaurar los daños en el casco y concentrarse en sobrevivir día a día, sin mirar atrás… Y mientras, empezar a aprender a vivir el resto de mis días solo… Porque, aunque nadie sabe cómo evolucionará el futuro, por el momento no podría soportar un daño más como ese…


(el video tiene delito… uf…)

Madness

marzo 8th, 2014

[Cualquiera que tenga en mente un desierto, reconocerá casi de inmediato que la monotonía impera a sus anchas… Todo es arena… Dunas por todas partes, algunas más grandes, otras simples montículos… Pero siempre la misma arena ardiente, el mismo sol abrasador y las mismas ansias por refugiarse del calor y beber… Este desierto no es menos que ninguno, y aunque la sed en realidad es más metafórica que otra cosa y la arena sólo unos sentimientos obligados a desaparecer, a veces el aburrimiento llega a ser desquiciante…
El protagonista está sentado en el suelo con la mirada perdida en el suelo. Ha sido una semana que pese a haber volado, le ha dejado algo exhausto. Juega con su dedo trazando círculos en la arena… Poco a poco el círculo se va agrandando y el dedo empieza profundizar poco a poco, apartando cada vez más arena hacia los laterales. Sigue y sigue removiendo, y el pequeño agujero se va agrandando hasta ocultar ya las manos… Al poco el agujero ya llega a la altura de los codos… Y en poco, el protagonista sigue escarbando tumbado en el suelo y con los brazos completamente introducidos en un gran agujero que no puede dejar de crear…

Y de ese mismo agujero, empiezan a asomar estructuras metálicas de hierro forjado… Figuras retorcidas que parecen no sorprender al protagonista, inmerso en la excavación y ya dentro de un enorme cráter que se ha formado en medio de su desierto…

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Y a esos forjados le siguen otros muchos, y estructuras con filigranas… Y puertas de madera maciza con grabados y cristales de colores…

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Y entonces el protagonista entra en la puerta misteriosa, y tras un buen rato vuelve a emerger de aquella extraña gruta con algo entre las manos…

Saborea la locura

-Si hay otra cosa que he aprendido durante todo este tiempo es que el esfuerzo que inviertes en lo que haces, que lo que duele escribir cada palabra a veces, que todos esos sacrificios que haces para conseguir tu sueño, muchas veces tienen al final su recompensa.
No siempre es así, desgraciadamente. Hay veces en que pones todo de tu parte y las cosas no acaban saliendo bien. Porque la vida también parece que guarda un reverso oscuro en sus pliegues, siempre con la moraleja de seguir aprendiendo de esos reveses.
Pero en mi último reto importante, como fue la carrera, ya se vio que la dureza de compaginar el trabajo, la vida familiar y los estudios, alargando las noches y sufriendo durante las fechas de entrega constantes, al final tuvieron su recompensa, algo agridulce en mi caso, pero recompensa al fin y al cabo. Superar las adversidades te hace más fuerte, y verme capaz de llegar a la meta después de aquella época fue una victoria que nunca olvidaré… En cierta forma, el nuevo reto de la novela busca llevarme a ese estado… Recordarme de lo que soy capaz con sacrificio, confianza y esperanza…

Ayer tuve una nueva señal. Unas páginas en las que vuelvo a aparecer. Claro que no es un libro con mi nombre en solitario en la portada, pero cada aparición de este tipo me acerca a algún día llegar a ese punto… Es una pequeña batalla ganada a mi pesimismo… Y es algo que me anima y me llena de cierta felicidad.

Como me dijo una persona que me está ayudando en esta andadura, no puedes dar el paso doceavo directamente. No puedes preocuparte por él, porque antes tienes que dar el primero y luego el segundo y así sucesivamente. Éste es sólo un paso más… No puedo preocuparme por cómo acabará todo esto… Sólo seguir dando pasos… Es una gran lección de una persona que me está enseñando mucho… Estoy teniendo mucha suerte…

Lo curioso de la antología es el título… Mi relato no juega con la locura, pero he visitado recientemente el terreno de la desesperación, y no es especialmente agradable… De hecho, aún estoy buscando la salida… Paciencia… Tiempo… Seguir soñando…

Si os hace gracia encontrar mi escrito, podréis encontrar el libro en FNAC, Casa del libro o El Corte inglés, además de en cualquier librería si lo encargáis. Y si lo lees y te ha gustado (o no) me encantará saberlo… :)

Ho’oponopono

marzo 2nd, 2014

[La hoguera lleva ya un buen rato crepitando en medio de la soledad de una noche fría… El viento ha azotado durante todo el día con fuerza al protagonista, quien, sin posibilidad de refugiarse, se ha intentado cobijar entre unos arbustos para detener la sensación de agobio de un incesante vendaval… No siempre resulta el poner medios para abstraerse de una ventisca, pero si no se intenta, es seguro que el resultado no va a ser otro que ahogarse, incapaz de poder respirar y sepultado por la arena…

Por suerte la noche ha aparecido amainando el temporal… Y a pesar del frío, la pequeña fogata es capaz de mantener el cuerpo del protagonista con cierto calor, penetrando en una piel algo desgajada por las circunstancias… A pesar de todo lo vivido en los últimos tiempos, él parece ajeno a todo y se entretiene rasgando las cuerdas de un ukelele que parece haber encontrado en su camino por el desierto…]

-Esta semana ha acabado mi curso de cocina. En realidad es el segundo que he cursado, pero aunque dentro de un mes volveré a enrolarme en las filas de los aprendices, creo que esta vez voy a echar de menos a mi profesor. Porque realmente en las clases no sólo he aprendido a cocinar (mejor) y comer (mejor), sino que además he aprendido mucho a nivel espiritual…

Al igual que siempre me ha gustado aprender en la cocina (aunque me faltaba soltarme un poco más y perder el miedo a experimentar), también he creído siempre en lo que no vemos. Sí, somos humanos y nos creemos conocedores de todas las verdades del Universo. Así de arrogantes somos, cuando hasta hace poco no éramos más que unos monos grandullones. Pero, por mucho que sea «de Ciencias», y que debería ser una persona centrada en lo empírico y no en lo fantasioso, sigo pensando que hay mucho en esta vida que desconocemos, y que en el fondo hay cierta magia en esta existencia en la que convivimos que no podemos controlar.

Durante las clases, aparte de aprender a hacer quiches de puerro y bacon, milhojas de berenjena y calabacín o hamburguesas de salmón con romesco (entre otras delicias), he aprendido que todo es energía. Que la energía de los alimentos que comemos es luego la energía que pasará a nuestro organismo, y que por tanto, cuanto mejor sea esa energía, mejor podremos asimilarla nosotros. Por eso los huevos de gallinas de corral son infinitamente mejores que los que no son ecológicos. Porque esas gallinas habrán sido menos estresadas, y por tanto la energía que han transmitido a sus huevos será de mayor calidad. Y así sucede con todo lo demás… Hasta con las personas… Porque cuanto mejor tratas a una persona, mejor es tu energía hacia ella, y esa misma energía (que nunca se destruye, recordad de vuestras clases de física, sino que se transforma) puede venir a ti de la misma forma o amplificada.

-Pero bro -me dijo mi profe mientras fregábamos los platos-. La vida quería que tú aprendieras esto que estás viviendo. Y como no lo has hecho hasta ahora, te ha puesto en esta situación para que lo hagas.
-Lo malo es que para aprender tengas que recibir palos como estos -le repliqué yo.
-Claro. Pero, ¿vos creéis que lo hubieras hecho de otra manera?
Y yo tuve que decirle que posiblemente no.

Casualmente, mi profesor escapó de una situación parecida a la mía viajando a Hawaii para practicar aquello que más le gustaba: el surf. Y viviendo el día a día, sin preocuparse por el futuro: se dedicó a la jardinería, algo completamente distinto a lo que era su profesión, y allí intentó reconstruirse. Hace unos días, mientras estaba quitando la piel a un salmón, él, que suele estar hablando continuamente (como buen argentino), se quedó durante unos instantes en silencio en mitad del proceso. Luego nos pidió disculpas y nos dijo que en ese momento estaba haciendo «oponopono» (entonces no sabía ni cómo se escribía). Rápidamente, tuvimos que preguntarle por eso, fuera lo que fuera, ya que no parecía el nombre de nada culinario, como mucho quizás alguna técnica de corte que se nos escapaba. Y entonces nos descubrió esta técnica.

Floating Lanterns, Honolulu, Hawaii
Lámparas flotantes, Honolulu, Hawaii

En ese momento, él estaba dando gracias a un trozo de salmón muerto por la energía que nos iba a transmitir, y pedía perdón por haber tenido que morir para nosotros. ¿Era necesario hacer eso con un trozo de pescado que no iba a quejarse sobre la tabla de la cocina? Posiblemente no. Pero el nivel de paz que se consigue pidiendo perdón por lo hecho (o no hecho) y dando las gracias es realmente liberador. Y os lo digo por experiencia, porque en momentos en que mi cabeza empieza a traicionarme, recurro a ese mantra de las palabras mágicas «Lo siento, Perdóname, Te amo, Gracias» y vuelvo a tomar conciencia de mí mismo. Sinceramente, hacer las paces con uno mismo, no seguir culpándote por algo de lo que quizás no debas culparte, es realmente sanador. Tanto como otra gran pasión que ha venido asociada a esta nueva filosofía de vida.

Mi interés por la música hawaiana se remonta al verano de hace un par de años, cuando vimos la película Los Descendientes (aunque quizás debería decir que realmente lo fue al convertirme en asiduo a Bob Esponja). La película en sí me pareció muy reveladora. Pero su banda sonora me pareció aún más buena, hasta el punto que ese mismo verano, varias veces fue la testigo de unas vacaciones en las que estaba preparándome para el duro final de la carrera que se me venía encima.

La música de esas tierras, en especial las viejas grabaciones de los años 30 a 50 (de las que los señores de Melodías Pizarras son enormes divulgadores) me transmiten la serenidad que necesito ahora. Una paz interior que me permite pisar el freno de los recuerdos y ser consciente de que por mucho que los echo de menos, esos momentos ya no pueden volver. Que yo he hecho lo que he podido y que ahora tengo que volver a ser yo mismo. Curarme y seguir aprendiendo lo que la vida quiera enseñarme.

Debo seguir redescubriendo y desempolvando mi lado espiritual. Seguir creciendo y abriéndome a lo que el futuro quiere depararme. Integrarme aún más con esa vida que espera ahí afuera. Seguir siendo respetuoso con los demás y buscar lo que me llene, dando las gracias por lo que se me dio e intentando devolverlo convertido en otra energía.

Seguir acercándome a gente que quiera enseñarme y que me llene con sus conocimientos. Ser consciente de que me queda toda una vida para aprender. Estar dispuesto a seguir haciéndolo… Y ser agradecido por lo aprendido a través de las cosas buenas y de las malas…

Eliminar las toxinas y los pensamientos negativos. Aunque cueste, eso sólo lleva a un círculo vicioso del que es muy difícil escapar. Y si no odio a nadie, tengo que empezar por no odiarme a mí mismo… Porque me queda toda una vida que compartir conmigo mismo… Tengo tatuada mi conciencia a este cuerpo hasta que me toque despedirme de él… Con lo bien que me llevo ahora… :)

Y aunque la sigo echando mucho de menos, estar muy orgulloso de quien soy y de lo que estoy consiguiendo… Si antes era bueno, me estoy convirtiendo en alguien aún mejor… Es una pena que no pueda verlo ya… Soy una esponja… Estoy aprendiendo mucho…

[Entonces el protagonista prosigue con el rasgueo a su ukelele… No tiene ni idea de cómo tocarlo y las notas que salen de él son totalmente inconexas… Pero todo es seguir aprendiendo…]

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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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