The First Time
-Las cosas en el segundo capítulo no han sido todo lo fluidas que hubiera querido… Y eso que en el fondo estoy haciendo trampas…
Lo que cuenta este capítulo es el inicio de la trama principal, algo que ya tenía empezado en anteriores intentos de completar esta novela. En concreto, lo que llevaba escrito hasta ahora en esa intentona eran cuatro capítulos que ocupaban ya 24000 palabras. Cuando he visto el número me he asustado. Creo que si hubiera seguido por ahí la historia, me hubiera salido un tocho digno de Juego de Tronos.
Pero ya que estaban escritas, yo estaba medianamente satisfecho con ellas, y me han acompañado durante tanto tiempo, he querido reaprovecharlas para esta versión. Me parecía un bonito recuerdo de todos estos años. Aunque no he podido conservarlas todas. Estamos en tiempos de cambio, ¿recordáis? -a veces me parece absurdo hablar en segunda persona cuando sé que sólo escribo para mí, pero no puedo evitar estar hablando con alguien… Y en el fondo me parece «gracioso»…. Cosa de locos-.
En concreto, los tres primeros capítulos quedarán condensados íntegramente en éste que estoy escribiendo, con lo cual la escabechina es importante. Lo que había en esas páginas hacía que la historia avanzara demasiado lenta, las descripciones eran exageradamente largas y, aunque las escenas tenían una dulzura muy bonita, necesito que las bases queden explicadas en este capítulo; algo que defina el ambiente bucólico de las protagonistas y su entorno, e introduzca los elementos causantes de lo que pasará más adelante…
Espero poder recuperar esas escenas dulces diseminadas por toda la historia, pero ahora he tenido que hacer una tarea de poda importante. El resultado no estará definido aún. Eso quedará para dentro de unos meses… Por el momento debo seguir puliendo el esqueleto y construyendo sobre cimientos tambaleantes… Sigo con esa inseguridad, y el siguiente capítulo va a ser una prueba de fuego importante, porque implica empezar con un personaje que ni siquiera estaba en las versiones antiguas de la novela…
Por un lado, me ha gustado rescatar esos capítulos porque me han permitido ver que he mejorado en mi escritura más de lo que me temía. Creo que ahora tengo más criterio para discernir lo que está bien y lo que no, lo que queda demasiado pesado y lo que tiene el ritmo idóneo para lo que se está contando. Aún tengo que mejorar en ese sentido, pero me parece que voy por buen camino… Por lo visto, la reentrada en la escritura con los relatos ha sido una buena escuela para mejorar mi visión autocrítica…
Pero volver a recuperar esas palabras ha sido emocionante y en cierta forma triste… Los inicios del NaNoWriMo que sirvió de excusa para empezarla y las personas que me acompañaron durante la travesía… Determinados momentos en los que me había puesto a escribir esos episodios… Vuelos con mi libreta viajera, hoteles, ciudades lejanas… Una visita al pueblo de mi madre en un año demasiado traumático… Paseos con ese dichoso cuaderno y mi puntafina siempre en la mochila… Mi primera vez escribiendo en esas páginas… Ella…
Aprovechando esta mirada atrás, por fin he solucionado el problema que había con los archivos de este teatrillo… La verdad es que a veces me gusta bucear entre todo lo que ha pasado en este escenario… Personas que estuvieron un día y asomaban la cabeza… Cosas importantes en mi vida que han quedado reflejadas para siempre aquí… Una vida que estoy contento de haber vivido… Estoy en paz conmigo mismo… Y lleno de esperanzas…
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– Escribir es duro… Y más cuando se trata de un proyecto tan largo como una novela… Hasta ahora sólo me había enfrentado seriamente a la escritura de relatos con una fecha límite de entrega relativamente corta, y con el aliciente de que tarde o temprano, acabas teniendo un veredicto que te sirve para valorar tu trabajo. Pero no ver todavía ni el horizonte y pensar que aún queda todo un camino por recorrer es en cierta forma desesperanzador…
La escritura es una actividad solitaria de por sí, y el hecho de que seas tú el único que pueda hacer avanzar la historia, que no puedas delegarla en nadie más, ni procrastinar sin tener ese sentimiento de culpa por no hacer lo que en teoría deberías estar haciendo, ESCRIBIR, es de lo más agotador. Supone una carga mental importante, no sólo en el momento de enfrentarte a las horas que tienes programadas al día para escribir, sino durante el resto de la jornada, en busca de detalles o de hilos de la historia que aún no tienes del todo pulidos y que necesitas tener claros antes de llegar a ese punto de la narración. Por no decir el evitar todas las tentaciones y distracciones que aparecen en tu vida o al cansancio acumulado durante el día…
Es muy fácil caer en el desánimo, más si no estás pasando por un momento en que la fortaleza sea precisamente tu mejor virtud… Llevo pocos días y parece que me esté arrepintiendo de haberme embarcado en todo esto… Era algo que me temía, y no sé si realmente ha sido el mejor momento de mi vida para tener la idea genial de proponerme seriamente este reto… Es duro, la verdad… Pero tengo que sacar fuerzas de donde sea y seguir adelante… Lo que aún no sé es cómo conseguirlas…
Parece como si poco a poco me estuviera convirtiendo en mi propio enemigo, en una guerra en la que sólo hay dos bandos: yo mismo y un folio en blanco…
The Painter
– Hoy he empezado una nueva aventura… He dedicado el mes pasado a planificar lo que será mi primera novela (si llego a acabarla, que de eso os hablaré más adelante). Y hoy ha empezado la fase de la escritura. Tenía pensado coger mi nueva pluma y una libreta gordota y ponerme en una mesa llena de recuerdos bonitos para escribir esa historia. Al final se ha repetido el mismo entorno, pero he cogido la pluma de batalla, la que me ha traído alguna alegría que otra, como despedida y agradecimiento por los servicios prestados. La utilizaré hasta que se acabe el cartucho que tiene puesto. Luego la limpiaré y la guardaré con mucho cariño…
Esta historia se lleva cociendo muchos años en mi cabeza. Demasiados diría. Ha pasado por la última década de mi vida con altibajos, pero como este teatrillo, siempre ha estado ahí. La libreta en la que la empecé ha viajado incluso al extranjero y ha recorrido el país por tierra y aire unas cuantas veces. Incluso recuerdo haberla llevado al hospital, una noche que me quedé velando a mi madre en la habitación.
A principios de año, cuando estaba en plena tempestad en el desierto, me detuve un momento y miré hacia mis adentros, buscando qué es lo que me haría feliz, qué podría sacarme de esa situación. E inmediatamente, la primera cosa que apareció en la lista fue «escribir la novela». Desde ese momento me marqué una fecha y busqué una persona que me ayudara a conseguir esta quimérica misión. Porque lo primero que me abordó en ese momento fue el miedo. El miedo a no tener las fuerzas suficientes en ese momento (e incluso ahora) para empezarla y seguirla. Miedo a volver a abandonarla, como ha pasado en anteriores ocasiones. En definitiva, miedo a que éste fuera un intento más convertido en fracaso.
Aún rondan esas dudas en mi cabeza, y no estoy mucho más fuerte que meses atrás, pero me he comprometido a conseguirlo y esta vez tiene que ser la definitiva. Además, porque he embarcado en esta travesía a otra persona que me está ayudando y ofreciendo su tiempo a cambio de nada. Creo que mi pago debe ser el sacrificio y el esfuerzo por verla acabada, y porque su trabajo se vea recompensado con el mío. Si todo va bien, cuando llegue el verano tendré mi tan deseado primer borrador. Ya con eso me daré por infinitamente satisfecho.
La novela cuenta la historia de cuatro ancianas que se reúnen cada tarde para tomar el té. En una de esas tardes empezarán a tomar una variedad desconocida que hará que sus citas sean cada vez más especiales. Además durante el transcurso de la narración se cruzarán en la historia las vidas de otros personajes que acabarán confluyendo en la misma aventura. Es una novela en la que se mezclan la vida, la muerte y los sueños. La nostalgia y la pérdida. El espíritu de aventura y los miedos. La verdad es que estoy muy orgulloso de la idea. En sus inicios iba a ser un simple relato, luego pasó a ser una novela bastante blanca, pero con el paso del tiempo se ha ido oscureciendo hasta el punto de que es posible que tenga algunos toques tenebrosos y oscuros en ciertas partes.
Diez años han dado para mucho, y aunque debería haber tenido tiempo suficiente para haberla perfilado completamente, en este último mes me he dado cuenta de que hay una parte central que no me gusta. Aunque he intentado conseguir una nueva idea para esa parte, no lo he logrado. Pero no puedo esperar más o no podré tener el borrador para las fechas que quiero. Así que confiaré en que a medida que me vaya metiendo en la novela, aflore esa rama que estoy esperando.
De todas formas, sabemos lo qué puede pasar antes de llegar a ese punto. Que acabe tirando la toalla. Pero por otro lado, ¡la magia existe! Es otra de las moralejas que tendrá la novela. Hay que tener espíritu de aventura y enfrentarse a este tipo de retos. Sin ir más lejos, yo conocí a la persona que más he querido en un viaje que, si me hubiera pensado más de dos veces, no hubiera hecho nunca. Pero lo hice. Y esos días y todo lo que vino después, fue maravilloso… ¿Quién dice que esta travesía, por dura que sea, no llegue a un final tan bonito como ese, aunque, como será casi seguro, esta historia sólo quede para mí y mis amigos, y nunca llegue a publicarse?
El motivo por el que la quiero escribir es precisamente apagar la llama de las ausencias. Ya os conté que, cuando leí la motivación que llevó a Neil Gaiman a escribir su última novela (El océano al final del camino), me sentí muy identificado. Y esta novela va a ir dedicada a tres personas que ya no están conmigo. Mi abuela y mi madre, porque nos dejaron antes de llegar a leerla, y porque mucho de ellas estará en los personajes principales. Destilarán esa bondad y fuerza que demostraron durante sus vidas. La tercera, porque su despedida ha sido la que me ha llevado a este desierto y porque este proceso me servirá para escapar de los recuerdos que atesoro con a ella… Será difícil, pero es el motivo por el que la escribo… También porque la empecé junto a ella… Y, por desgracia, toca cerrar ese capítulo para siempre… Como esta novela…
Y para ser el primer día, no ha ido nada mal. He empezado y acabado el primer capítulo. En realidad hay trampa, porque es un capítulo introductorio y más corto que el resto. ¡Pero está escrito! ¡Una semana antes de lo previsto! :)
Para seguir el avance de la escritura, cada fin de semana iré actualizando el número de palabras aquí al lado. Será cuando aproveche para pasar lo escrito a mano al ordenador. Espero que crezca mucho ese número y que incluso llegue a superar las 50000 que hay fijadas como límite (que ni siquiera he sabido medir).
Una de las canciones que forman parte de la banda sonora de la novela es esta canción de Neil Young… La letra reúne todo lo que envuelve la historia, el ambiente bucólico de un pueblo perdido en las montañas y mis sentimientos… Desde su argumento hasta los motivos para escribirla… No podría haber un colofón mejor a este pequeño relato de un sueño que espero poder cumplir… :)
«it’s a long road behind me
and I miss you now
if you follow every dream
you might get lost
if you follow every dream
you might
get
lost»