Laurens Walking

marzo 19th, 2014

[El protagonista ha pasado un día en el desierto de lo más movido… Las dunas no acababan nunca de aparecer en el horizonte, y por más que caminaba y caminaba, al poco asomaba otra que le hacía perder las esperanzas en salir de allí con vida… Pero por suerte la noche ha caído, y mañana el nuevo día podría traerle nuevos aires que se lleven la quemazón que siente… Tumbado junto a una hoguera improvisada, el actor principal ojea un libro… Es tarde y los ojos se le cierran inconscientemente, pero al verse sorprendido por el público, intenta mantenerse despierto para empezar la función…]

– Hace unos días, en uno de los podcast que escucho, hicieron la lectura de un fragmento de El Señor de los Anillos que me dejó impresionado. Reconozco que no recordaba en absoluto ese pasaje y me quedé asombrado del diálogo que tenían los personajes… Me gustaría que lo escucharais, para saber de lo que os hablo… Os va a encantar…

[Al protagonista no le gusta leer en voz alta, pero como según él, la ocasión merece la pena, empieza a leer del libro que sostiene…]

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Se sentaron en una grieta oscura entre dos grandes pilares de roca: Frodo y Sam un poco hacia adentro, y Gollum acurrucado en el suelo cerca de la entrada. Allí los hobbits tomaron lo que creían habría de ser la última comida antes del descenso al País Sin Nombre, y acaso la última que tendrían juntos. Comieron algo de los alimentos de Gondor y el pan de viaje de los elfos, y bebieron un poco. Pero cuidaron el agua, y tomaron apenas la suficiente para humedecerse las bocas resecas.

—Me pregunto cuándo encontraremos agua de nuevo —dijo Sam—. Aunque supongo que allá arriba han de beber. Los orcos beben ¿no?

—Sí, beben —dijo Frodo—. Pero ni hablemos de eso. Lo que ellos beben no es para nosotros.

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—Más razón para que llenemos nuestras botellas —dijo Sam—. Pero no hay agua por aquí y no he oído ningún rumor, ni el más leve susurro. Y de todos modos Faramir nos recomendó no beber las aguas de Morgul.

—No beber las aguas que desciendan del Imlad Morgul, fueron sus palabras —dijo Frodo—. No estamos ahí aún, y si encontramos un manantial, el agua fluirá hacia el valle y no desde el valle.

—Yo no me fiaría demasiado —dijo Sam—, a menos que me estuviese muriendo de sed. Hay una atmósfera maligna en este sitio. —Husmeó el aire—. Y un olor, me parece. ¿No lo siente usted? Un olor muy raro, como a encierro. No me gusta.

—A mí no me gusta nada de aquí: piedra y viento, hueso y aliento. Tierra, agua, aire, todo parece maldito. Pero es el camino que nos fue trazado.

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—Sí, es verdad —dijo Sam—. Y de haber sabido más antes de partir, no estaríamos ahora aquí seguramente. Aunque me imagino que así ocurre a menudo. Las hazañas de que hablan las antiguas leyendas y canciones, señor Frodo: las aventuras, como yo las llamaba. Yo pensaba que los personajes maravillosos de las leyendas salían en busca de aventuras porque querían tenerlas, y les parecían excitantes, y en cambio la vida era un tanto aburrida: una especie de juego, por así decir. Pero con las historias que importaban de veras, o con esas que uno guarda en la memoria, no ocurría lo mismo. Se diría que los protagonistas se encontraban de pronto en medio de una aventura, y que casi siempre ya tenían los caminos trazados, como dice usted. Supongo que también ellos, como nosotros, tuvieron muchas veces la posibilidad de volverse atrás, sólo que no la aprovecharon. Quizá, pues, si la aprovecharan tampoco lo sabríamos, porque nadie se acordaría de ellos. Porque sólo se habla de los que continuaron hasta el fin… y no siempre terminan bien, observe usted; al menos no de ese modo que la gente de la historia, y no la gente de fuera, llama terminar bien. Usted sabe qué quiero decir, volver a casa, y encontrar todo en orden, aunque no exactamente igual que antes… como el viejo señor Bilbo. Pero no son ésas las historias que uno prefiere escuchar, ¡aunque sean las que uno prefiere vivir! Me gustaría saber en qué clase de historia habremos caído.

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—A mí también —dijo Frodo—. Pero no lo sé. Y así son las historias de la vida real. Piensa en alguna de las que más te gustan. Tú puedes saber, o adivinar, qué clase de historia es, si tendrá un final feliz o un final triste, pero los protagonistas no saben absolutamente nada. Y tú no querrías que lo supieran.

—No, señor, claro que no. Beren, por ejemplo, nunca se imaginó que conseguiría el Silmaril de la Corona de Hierro en Thangorodrim, y sin embargo lo consiguió, y era un lugar peor y un peligro más negro que este en que nos encontramos ahora. Pero esa es una larga historia, naturalmente, que está más allá de la felicidad y más allá de la tristeza… Y el Silmaril siguió su camino y llegó a Eárendil. ¡Cáspita, señor, nunca lo había pensado hasta ahora! Tenemos… ¡usted tiene un poco de la luz del Silmaril en ese cristal de estrella que le regaló la Dama! Cáspita, pensar… pensar que estamos todavía en la misma historia. ¿Las grandes historias no terminan nunca?

—No, nunca terminan como historias —dijo Frodo—. Pero los protagonistas llegan a ellas y se van cuando han cumplido su parte. También la nuestra terminará, tarde… o quizá temprano.

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—Y entonces podremos descansar y dormir un poco —dijo Sam. Soltó una risa áspera—. A eso me refiero, nada más, señor Frodo. A descansar y dormir simple y sencillamente, y a despertarse para el trabajo matutino en el jardín. Temo no esperar otra cosa por el momento. Los planes grandes e importantes no son para los de mi especie. Me pregunto sin embargo si algún día apareceremos en las canciones y en las leyendas. Estamos envueltos en una, por supuesto; pero quiero decir: si la pondrán en palabras para contarla junto al fuego, o para leerla en un libraco con letras rojas y negras, muchos, muchos años después. Y la gente dirá: «¡Oigamos la historia de Frodo y el Anillo!» Y dirán: «Sí, es una de mis historias favoritas. Frodo era muy valiente ¿no es cierto, papá?» «Sí, hijo mío, el más famoso de los hobbits, y no es poco decir.»

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—Es decir demasiado —respondió Frodo, y se echó a reír, una risa larga y clara que le nacía del corazón. Nunca desde que Sauron ocupara la Tierra Media se había escuchado en aquellos parajes un sonido tan puro. Sam tuvo de pronto la impresión de que todas las piedras escuchaban y que las rocas altas se inclinaban hacia ellos. Pero Frodo no hizo caso; volvió a reírse—. Ah, Sam si supieras… —dijo—, de algún modo oírte me hace sentir tan contento como si la historia ya estuviese escrita. Pero te has olvidado de uno de los personajes principales: Samsagaz el intrépido. «¡Quiero oír más cosas de Sam, papá! ¿Por qué no ponen más de las cosas que decía en el cuento? Eso es lo que me gusta, me hace reír. Y sin Sam, Frodo no habría llegado ni a la mitad del camino ¿verdad, papá?»

—Vamos, señor Frodo —dijo Sam— no se burle usted. Yo hablaba en serio.

—Yo también —dijo Frodo—, y sigo hablando en serio. Estamos yendo demasiado de prisa. Tú y yo, Sam, nos encontramos todavía atascados en los peores pasajes de la historia, y es demasiado probable que algunos digan al llegar a este punto: «Cierra el libro, papá, no tenemos ganas de seguir leyendo.»

—Quizá —dijo Sam—, pero no es eso lo que yo diría. Las cosas hechas y terminadas y transformadas en grandes historias son diferentes. Si hasta Gollum podría ser bueno en una historia, mejor que ahora a nuestro lado, al menos. Y a él también le gustaba escucharlas en otros días, por lo que nos ha dicho. Me gustaría saber si se considera el héroe o el villano…

»¡Gollum! —llamó—. ¿Te gustaría ser el héroe?… Bueno, ¿dónde se habrá metido otra vez?

Lord of the Rings by Vania Zouravliov
Lord of the Rings by Vania Zouravliov

Está claro que todos estamos embarcados en una aventura que se alarga durante toda nuestra vida. Pero mientras la estamos escribiendo, no sabemos cómo va a acabar, si tendrá un final precipitado o si tendrá un desenlace feliz. Todo son incógnitas.

Ese texto me hizo pensar en mi «yo» futuro… ¿Qué pasará conmigo? ¿Cuándo se pondrá el punto final a mi historia? ¿Acabaré siendo un héroe o un villano? ¿Qué peripecias ocurrirán por el camino? ¿Qué se contará de mí cuando me haya ido? ¿Habré trascendido, o habré sido un cascarón vacío que no haya aportado nada a nadie? ¿Seré recordado, o no habrá valido la pena haber compartido un triste café conmigo? En momentos en que la confianza en ti mismo flaquea, esas dudas son de lo más motivadoras… Es todo un futuro por explorar… Todo por edificar… Una persona por ofrecer a los demás y este libro que es la vida…

El otro día una persona me preguntó si yo hablaba con mi madre. Me quedé sorprendido y dudé en decirle la verdad, por si me iba a tratar por un chalado. Por suerte, ella me dejó entrever que si lo preguntaba era porque ella lo hacía. Y una de las cosas que me pidió fue que cuando volviera a hacerlo, le preguntara si se sentía orgullosa de mí…
No sabremos el resultado final de la aventura hasta que llegue la palabra «fin», pero si de algo estoy convencido es de que mi vida está valiendo la pena, a pesar de los bandazos que he sufrido. Y de que mi madre se sentiría muy honrada de tener un hijo como yo, como yo lo estoy de seguir con los valores que me inculcó… Y aunque sea un consuelo efímero, me cojo a él en los momentos de debilidad… A eso y a canturrear lo primero que se me ocurre… Últimamente creo que incluso canto mejor… :)

Escribir me está ayudando a volver a ser yo mismo. Y las pequeñas alegrías que voy recibiendo, tanto críticas como publicaciones, me suben el ánimo (aunque sea momentáneamente). Mi amigo I. dice que debo aprovechar estos momentos para escribir una buena novela con cosas tristes. Que al menos de esta situación saque algo bonito y positivo que me ayude en mi recuperación. Y no le falta razón. Sin saberlo, ha acertado en gran parte de la melancolía que envuelve la novela que empezaré el mes que viene… La conexión Cáncer-Escorpio sigue funcionando a las mil maravillas… :)

Es un consuelo saber, como me dice él, que cada vez estoy escribiendo mejor. Al menos hay algo bueno en todo esto. También me ha pedido que el próximo relato sea de robots, porque son sus preferidos. Como sé que no lee esto, os contaré que quiero prepararle uno para su cumpleaños… Espero que me salga muy bien y le guste, porque está siendo un apoyo muy importante y se lo merece. Por suerte no le dejé abandonado cuando él sufrió algo parecido, o en estos momentos tendría todo el derecho a haberme dejado tirado y completamente solo…

Todo largo viaje empieza con un paso… Y yo ya llevo unos cuantos… Sólo espero que lo que venga a partir de ahora sea la mejor parte del trayecto… Tengo todas mis esperanzas puestas en ello…


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