The Soul Cages
-Al entrar te aborda esa pulcritud aséptica… Ese frío meticulosamente calculado… Esa luminosidad intensa, propia de un mundo irreal que intenta escudar su cara gélida en una pretendida sensación acogedora… Pero todo es una falsedad… Eso sí, de una alarmante serenidad…
El calor viene de los abrazos de los que quedan y las caricias de quienes los reconfortan… Esos que enjugan las lágrimas y sacan las sonrisas medio escondidas en rostros cansados… Sepultadas en repeticiones de la misma historia con cada nuevo saludo… Y en la sala, un armazón que ya no alberga nada… Una jaula que una vez tuvo vida y que ahora no es más que futuro pasto de las llamas…
La ceremonia es ese circo por el que nadie quiere pasar, pero que parece impuesto desde que naces… Las octavillas elegidas el día anterior en un despacho impoluto, junto con el ataúd y la música que va a sonar… El cura llegando tarde y suspirando airadamente mientras, por el reflejo del mármol resplandeciente de las paredes, veo cómo se pone la sotana… Escucho su móvil silbando en la sacristía con cada nuevo mensaje… Luego vienen las palabras vacías buscando un consuelo que no encuentra objetivo… Porque la muerte destroza, y jode, y aunque a veces sea buscada y una salvación, no quita que duela a los que se quedan, a los que han querido al que parte a otra dimensión dejando aquí una carcasa inútil ya… Y son palabras huecas que juntas suenan muy bien, pero que con amargura son muy difíciles de compartir… Y cuando nada puede ayudar a digerir ese mal trago, sólo estar ahí es suficiente…
Nunca llegué a conocer a Catalina, aunque escuché hablar de ella… Como lo he hecho de otras personas que desgraciadamente han muerto hace poco… Personas que sin haberlas conocido, sé que dejaron poso en otras a las que quiero, y que por ello merecen mis respetos… Otras con las que he tenido relación en el pasado y de las que ahora me he visto obligado a despegarme, sin saber siquiera si aún seguirán con vida…
La abuela de JM no era una excepción… Pero lo que allí quedaba esta mañana no era nada… Sólo una jaula vacía… Su interior ya no estaba allí…
La semana pasada, en el curso, unos perfectos desconocidos me dijeron que mis abrazos tenían el poder de curar… Que la energía de mi interior se transmitía a través de ellos y que era hermosa… Sólo espero que, aunque he aprendido a dejar vivir las emociones en otros, los de hoy hayan servido para mitigar un poco el dolor de un gran amigo…
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