Kalopsia
-Estos días vivo anestesiado de mi propia realidad. Estoy todavía en una nube extraña, desde la que las cosas se mueven y yo las contemplo expectante, sin tomar demasiadas cartas en el asunto… No sé si es el cambio de temperaturas, el efecto de haber conseguido otro pequeño paso en la escritura, o a la resaca de la visita de Neil Gaiman, que aún puede estar durando… O puede que sea el maldito resfriado que he pillado AHORA y no en pleno invierno, durante el que me he mantenido como un roble; tanta vitamina tenía que servir para algo… El caso es que en este estado más cercano a la narcolepsia o a la insensibilidad, me noto más ligero, como si me hubiera quitado una enorme carga de encima… Como si las cosas de estos últimos tiempos ya no me importaran… Me limito a ver pasar los días, y a invertir mi tiempo sólo en mí… En mejorar, en curarme, en seguir dando pasos y seguir avanzando…
Aún no soy consciente de que he podido volver a verle de nuevo, y no estaba claro que pudiera, con toda la incertidumbre que planeaba en el ambiente en cuanto a que iban a haber colas legendarias. Era la segunda vez (técnicamente la tercera) que nuestros caminos se cruzaban, pero para mí esta ocasión ha sido la más especial, por las circunstancias que rodeaban este momento. Quizás era porque estaba atravesando una época en la que estaba más necesitado de sentirme cerca de él. Mientras soportaba la espera en las colas, pensaba para mis adentros que en las anteriores ocasiones yo había acudido como un fan más; con mis comics y mis libros y ansiando que me dibujara algo bonito o tuviera tiempo para firmarme todo el arsenal que le llevaba. Esta vez era muy diferente. Necesitaba tenerle como persona. Como alguien a quien admiras. Como tu referente.
En esta visita no era un fan. Aunque suene muy engreído por mi parte (y los que han convivido conmigo saben que soy de lo más modesto que os podáis encontrar en esta vida), quería encontrarme con «mi colega de letras». Estrecharle la mano. Ver su pluma. Comentarle cuatro palabras, sin más pretensiones. Necesitaba a la persona, su magnetismo, su energía… No sus firmas, aunque claro que aproveché para tenerlas, pues era la excusa para tenerle cerca durante unos instantes…
Los que me conocen saben que soy bastante malo para tomar decisiones… No es que sea indeciso; al contrario… Es que me tomo muy en serio las decisiones y antes de optar por un camino, evalúo todas las variables, opciones y consecuencias que se pueden dar… Y cuando ya lo he hecho, le doy doscientas vueltas más en mi cabeza… Y luego, quizás, me decido… Aunque estoy mejorando en ese aspecto y estoy quitando hierro a las implicaciones que tienen mis actos, aún queda tiempo para que pueda cambiar eso a corto plazo… Tendréis que aguantarlo un poco más, lo siento…
La noche anterior a la primera firma me puse a pensar qué libros le llevaría. La editorial sólo dejaba llevar dos ejemplares, y uno de ellos debía ser una de las novedades que presentaba. Ese primer ejemplar estaba claro: sería «El océano al final del camino». Además, se daba la circunstancia de que fue el libro que empecé a leer en el tren camino a mi último viaje a Málaga. Supuse que sería un bonito colofón a ese capítulo finalizado (por desgracia) de mi vida…
Pero, ¿qué otro libro podría llevarle entre todos los ejemplares, comics, muñecos, cartas y demás cosas que tengo? La decisión no iba a ser fácil… Entonces dejé que mi subconsciente trabajara por mí… Es algo que mi chamana me ha enseñado y la verdad es que es una herramienta muy útil cuando te encuentras saturado o abrumado. Consiste en no pensar. Sólo en dejarte llevar por tu parte no racional, por la de las emociones. En mi mente, me pregunté cuál de sus libros había marcado más mi vida. E inmediatamente vi el libro que tenía que llevarle… Y me di cuenta de que este hombre ha estado indirectamente en momentos muy importantes en mi pasado…
Era el libro que me ayudó a finalizar mi segunda carrera… Y era el recuerdo de una época dura pero por otro lado muy bonita y de un día muy divertido en el parque rodando el vídeo para el proyecto… No podía ser otro… Era ése…
Todavía lo tenía en su bolsa de plástico de congelados, la que utilizamos para presentarlo como víctima de mi aplicación de bookcrossing… :) Pero al abrirlo, me dio un vuelco el corazón… Literalmente fue así, no fue en absoluto figurado… No esperaba encontrar el sobrecillo con aquella nota escrita con su letra… Pensé que lo habíamos quitado tras la filmación… Y me di cuenta de que esto siempre iba a ser así… Creía que había recuperado parte de mis fuerzas y que podría afrontar este tipo de cosas, pero me equivocaba… Mi palmera le llama a eso «estar blandito»… Yo aún tengo textura de marshmallow…
Normalmente evito hacer ciertas cosas para no encontrarme con este tipo de sobresaltos: intento no mirar el mueblecillo negro y el espejo que hay sobre la cómoda, también guardé el último libro que le regalé en un cajón, porque el verlo cada noche era demasiado para mí, incluso cuando riego las flores que dejó, intento hacerlo sin mirarlas… Lo pongo todo perdido… Pero ellas siguen vivas… Es bonito saber que algo suyo no ha muerto aquí…
Por suerte ya hace un tiempo que no lloro… Algo hemos ganado en todo este periplo en desiertos y bajo palmeras… Pero ese pálpito me hizo ver que no sería la última vez que me pasaría… Que mi corazón volvería a sobresaltarse al encontrar algo suyo, al ver alguna fotografía o al encontrar un nuevo papelito escrito con su letra… Por no decir, si volviéramos a encontrarnos… Por eso voy asimilando, con tristeza, que quizás eso nunca pueda volver a suceder… Porque yo siempre voy a quererla… Y eso que tanto he querido, ya no puede ser… No creía que mi palmera tuviera razón, pero me temo que sabe más que yo en estos temas… Y me conoce muy bien ya… Iba a ser muy duro para mí tratarla como una simple amiga… Tomar un café y despedirnos como si nada… Como perfectos extraños…
Cuando me repuse, guardé el sobrecillo al lado de la foto que aún tiene su post-it con un «ESCRIBE»… Eso hago cada día… Porque la echo de menos… Como Neil cuando añoraba a Amanda y escribió toda una novela… «Escribo»…
Sin pretenderlo, y a lo largo de todos estos años en los que sigo a Neil Gaiman, me he dado cuenta de que tenemos muchas «tonterías» en común, cosa que me hace cierta gracia. De él aprendí que realiza sus primeros borradores a mano, que es la técnica que desde el verano pasado estoy aplicando y que parece que me funciona bastante bien (aunque sigue costando y me sigue pareciendo duro). Ahí le copié; lo reconozco y le doy las gracias. Pero la casualidad fue cuando me enteré de que él también escribe en pluma (aunque no de las de cartuchitos y a colores, como hago yo, sino recargándola con un ingenio que me temo que yo no sería capaz de utilizar).
Una semana después de estar por estas tierras, Amanda Palmer colgó esas dos fotos suyas. Ésta me hizo mucha gracia, porque se puede percibir su mirada ilusionada en busca de una nueva pluma… Me recordaba a mí mismo en Madrid, buscando una pluma bonita y echado sobre el mostrador del Corte Inglés, aunque al final acabara comprando la mía en un barrio y una tienda mucho más modestos… Yo siempre he sido de pueblo, y de barrio… :)
El jueves 29 de mayo del 2014 fue el día en que creí que iba a morir. En serio, pensé que os quedaríais sin actor para esta función. Primero fue hacer la cola desde las 10:30 hasta las 15:00 para la sesión de firmas de la FNAC, luego comer unos sándwiches que me supieron a gloria viendo a los skaters en la explanada del CCCB y finalmente volver a las 16:30 para la sesión propiamente, aunque ya con el numerito conseguido (el 20 de 100), donde por fin iba a encontrarme con él.
Me dibujó una estrella fugaz y un Cthulhu… Al salir me temblaban las manos… No podría expresar lo que sentí en ese primer encuentro…
Luego llegó la conferencia en el CCCB a las 19:00, con su correspondiente cola previa, aun teniendo una de aquellas preciadas entradas de 3 euros por las que se rumoreaba que se podrían pagar 300 euros… :S Pero ya dentro, me llevé una gran sorpresa al comprobar que habían elegido mi pregunta entre todas las que se habían formulado vía Twitter. Estoy deseando que cuelguen el vídeo con ella, porque, aunque yo en esos momentos estaba delirando de la emoción en mi silla, fue una respuesta muy divertida y llena de dobles sentidos que no pude pillar del todo… De mayor quiero hablar como lo hace él… Con esa facilidad de palabra y ese ingenio… :)
Y en cuanto acabó el encuentro, y en contra de mi voluntad, porque había una nueva firma de libros, me fui corriendo al Primavera Sound. Esa noche iban a redondearla St. Vincent, Queens of the Stone Age y Arcade Fire… Y es cierto que lo hicieron… Y que podría haber muerto esa madrugada… Pero no podía permitírmelo… Porque tenía muchas cosas que hacer en mi vida, y porque cuatro horas de sueño después, tenía que volver a la firma de libros que hacía Neil en la nueva Gigamesh.
Ahora que acudo solo a todas partes, me hizo ilusión que mi hermano quisiera compartir conmigo ese momento. La verdad es que nos metimos un buen palizón, pero el esfuerzo mereció la pena… Fue una aventura divertida… Si hubiéramos empalmado con la firma de discos que hacían los Pixies en la FNAC de Diagonal Mar ya hubiera sido demasiado… Yo con que me favoritearan una foto que hice una semana antes en Instagram, ya me di por satisfecho… :)
Tiempo atrás no hubiera puesto una foto mía en ninguna parte. Pero todos cambiamos. Y mi palmera siempre me dice que alguien como yo no puede encerrarse. Que tiene que dar a conocer sus virtudes al resto de gente. Abrirse y ofrecerse, porque no suele abundar la gente con mi sensibilidad y esa energía que transmito. Además, mi tía, que es el referente femenino más cercano que tengo ahora, la vio publicada en Facebook y me dijo que, aunque estaba muy delgado, estaba muy guapo, así que tendré que hacerle caso… Al menos salgo sonriendo y feliz… Aprovechaos antes de que la borre… :)
Ahora ésta es la nueva foto que quedará en mi recuerdo hasta que nos volvamos a encontrar, y no aquella del 97 que puse hace unos días… Neil me firmó la edición antigua de «American Gods», la del hombre con la cabeza de búfalo delante de la bandera americana en la portada. Me parece una imagen soberbia y una edición mucho más bonita que la última. Escribió un «believe» que para mí tiene todo el sentido del mundo en estos momentos, y me dibujó una lápida en «El libro del cementerio»… Y entonces me despedí de él…
¿Fue un sueño? ¿Fue una mentira? Espero que mi mala memoria me dé algo de tregua y las fotos (como la que hizo mi hermano, que parece más onírica aún, sin pretenderlo, porque le pilló desprevenido el saludo) me sirvan para recordar esos momentos mágicos por mucho tiempo… Lo voy a necesitar…
Estoy convencido que nos volveremos a encontrar…. Y con un poco de suerte seguiremos siendo «colegas», o quizás incluso mi nombre le empiece a sonar de algo… Hay que mantener la ilusión… Todo llega para los que saben esperar… :)
Espero que perdonéis esta función tan larga, pero necesitaba que esto quedara para siempre aquí; el lugar al que recurro cuando quiero recuperar mis pisadas y buscar el nuevo horizonte entre las dunas… Seguimos caminando…
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