Sprawl II (Mountains beyond mountains)
-¡Vaya! ¡Me habéis pillado!
[El protagonista está sentado junto a una hoguera, meneando una sartén sobre el fuego…]
-Esta mañana me he levantado algo alicaído. Supongo que es el bajón propio de la resaca emocional que he sufrido el fin de semana con el asunto del anillo. Aunque el tema acabara milagrosamente bien (y me haya servido para aprender de nuevo una valiosa lección), no puedo negaros que pasé unos momentos horribles, y esa tensión acumulada tenía que escapar por alguna parte… O quizás es que este día tiene otros motivos para que me despertara así…
El caso es que, después de mi caminata matutina, me he enfundado en una camiseta con un mensaje muy apropiado y he empezado a planear un menú para quitarme esa sensación de tristeza. Cuando estás en el pozo, buscas la felicidad en las cosas más nimias, en «tonterías», como las llamo yo. Pero lo cierto es que si no fuera por estas cosas, ni siquiera me levantaría de la cama. Y, desde hace unos meses, una de esas tonterías que me esta ayudando a mejorar es la cocina.
[El actor principal remueve con un golpe seco de muñeca el contenido de la sartén… El chisporroteo y una humareda se escapan del interior… El aroma que desprende lo que se cocina asalta a las primeras filas de la sala…]
Cocinar me calma. Me hace desconectar de mi realidad y me mantiene entretenido con algo de lo que aprendo cada día. Siempre me he defendido en la cocina, sin llegar a ser un «cocinitas», lo reconozco. Pero haber conocido a mi profe me ha ayudado a mejorar aún más y a abrirme a nuevos sabores y combinaciones que a mí no se me hubieran ocurrido de otra forma. Descubrir los beneficios de invertir tiempo en cocinar ha sido todo hallazgo. Además, me ha permitido perder 13 kilos (de momento). Otra «tontería» más.
Cuando era más joven no estaba a gusto con mi cuerpo, pero llegó un punto de mi vida en que me dejé de esas obsesiones. Simplemente viví, aun sin tener un cuerpo perfecto. Me centré en cultivar mi mente y mis valores, cosa que creo que es más importante. Realmente no necesitaba deshacerme de esos kilos, pero sí necesitaba algún reto de este tipo para motivarme, y no me ha ido mal. Ahora que peso lo mismo que pesaba en bachillerato, creo que ha merecido la pena conseguirlo. Pesar menos te hace estar más despierto, sentirte mejor con lo que te rodea y controlarte. Es como si la circulación de la sangre llegara a rincones que hasta ahora estaban abotargados y necesitaban revitalizarse. Incluso si paso la mano por el estómago, puedo notar la famosa «chocolatina», cosa que me hace cierta gracia, aunque no quiero conseguirla. No es mi objetivo.
En realidad, ahora que estoy más contento con mi cuerpo parece que me conociera mejor a mí mismo. Aunque como dijo mi chamana hace poco, la soledad también te ayuda a conseguir ese efecto…
Como os contaba, a mediodía me he puesto a cortar y cortar (con mi viejo cuchillo, aunque tengo ganas de estrenar mis cuchillos de cerámica) y han empezado a salir montañas de verduras. Aún no domino el corte tanto como el manejo de las sartenes o mi legendario arte para batir huevos, pero tiempo al tiempo. Además me he buscado un pinche de cocina para que me ayude a partir de ahora en estas tareas. Y ha sido así como se me ha ocurrido acudir aquí y hablaros de esta nueva pasión. Otra más. Con todas las que ya tenía… ¿Os podéis creer que antes de ir a dormir me ilusiono pensando en lo que voy a desayunar al día siguiente? Estoy chiflado… Pero ya lo sabías, claro…
Debo confesar que cocinar para uno mismo a veces me da un poco de palo. Crees que no tiene sentido invertir tiempo en preparar un plato elaborado cuando vas a ser tú el único comensal. Pero ya veis que el beneficio no es sólo disfrutar del plato, sino también del proceso. Y es por eso que, aunque no tenga el día, me obligo a prepararme un menú en condiciones. Todo por la satisfacción que obtengo y por disfrutar de algo hecho con cariño, aunque sea para mí mismo. Tengo que cuidarme yo solo… :)
Por ejemplo, hoy que estaba algo necesitado de mimos y, como no hay nadie que pueda dármelos, he pensado que necesitaba chocolate. Entonces he improvisado un postre sencillo pero con gracia y una dosis generosa de cacao… Y me ha sentado muy bien… :)
Desde que Hulk se ha puesto a cortar conmigo, he estado tarareando la canción durante todo el día. Y constantemente me venía a la mente el recuerdo de aquel día en que la cantábamos en el coche, a grito pelado, de camino a Andorra, mientras nos asombraba la enormidad de aquellas montañas…
Sigo escalando… Algún día llegaré a la cima… Os enviaré saludos desde arriba y os invitaré al rancho… ¿Gustáis?
[El protagonista ofrece la sarten a los asistentes con una sonrisa… Y esperando que no haya mucha demanda o tendrá que seguir cortando ingredientes un buen rato…]
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