Book of Dreams
[El protagonista lleva un rato tumbado en un sofá con una pluma en la mano y una carpeta en su regazo, sobre la que apoya unos cuantos folios. La distancia con el límite del escenario impide a cualquier espectador que pase furtivamente por el teatrillo comprobar qué es lo que está escribiendo. Pero eso, quizás no sea lo más importante en la función de esta noche. Quizás lo importante, realmente, es que «escribe»…]
-Es sorprendente lo que se puede hacer con un simple lápiz y un papel… Supongo que a muchos este hecho os habrá pasado ya desapercibido, cuando hoy en día estamos mucho más acostumbrados a teclear sobre pantallas planas y demás aparatos electrónicos. Trastos que sin corriente son puros cadáveres… Tampoco creo que recordéis ya vuestras primeras clases de caligrafía, cuando os esforzabais por conseguir la «o» más redonda o los rabitos más perfectos posibles. Dibujar aquellos signos arrastra mucho de nosotros como humanos; como algo que muy pocos de los otros seres vivos que nos acompañan en este planeta pueden hacer.
Hace un tiempo, me quedé fascinado al ver esto por Internet:
Incluso el sonido del roce de la pluma en el papel es de lo más atrayente, aunque no querría caer en el fetichismo.
[El protagonista alza entonces su pluma y sus papeles…]
-Escribir es algo mágico. Una tradición que ha perdurado a lo largo de siglos de historia y en diversas formas. Esto no muere. No necesita recargarse. No te convierte en un cegato. Puedes tocarlo, sentirlo, olerlo. Está claro que las nuevas tecnologías aportan muchas ventajas, pero también nos hacen dependiente de ellas; más tontos, más torpes… Ese vídeo y otros tantos que podréis consultar, me hicieron recaer en lo maravillosa que es la escritura, y sobre todo la manual. Quizás fue en ese momento en el que decidí retomar la escritura de mis textos a mano, después de mucho tiempo atado a un teclado que me traía más distracciones que beneficios (aunque, al final, sea inevitable tener que pasar lo escrito al mundo digital para procesarlo). Simplemente, es la máxima expresión de libertad. Poder escribir donde sea y cuando sea.
Nunca he creído en la escritura terapéutica ni en ese tipo de cosas. Claro que en ese caso se habla de volcar tus emociones en lo escrito. Yo hablo de algo más mecánico. Últimamente estoy escribiendo mucho. En parte, lo habréis comprobado por aquí. Pero también hay cosas que no veis, como los relatos en los que me embarco con la intención de desconectar del mundo y dejar volar la imaginación durante un buen rato. Y más allá de lo que esté escribiendo, escribir me relaja. Es esa escritura la que está curando mis males. Y no es que esté hablando de los beneficios que comporta para el cerebro ese acto. Es el hecho de volcar la emoción, pero en cada trazo. De borrar las penas a fuerza de tachones. De exorcizar tus vivencias recorriendo el papel con esos signos…
Todos estos años aquí son una pequeña muestra a mi amor por la escritura… Casi podría haber escrito unas cuantas novelas con todo lo recopilado aquí… Aunque creo que lo que podéis ver en este teatrillo podría ser la colección de sueños y pesadillas que forma mi vida… Un perfecto libro de sueños… Escritos a máquina, eso sí…
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