How Not To Drown

enero 5th, 2023

En una tarde-noche como esta de hace veintiún años nacía este teatrillo… Eso me lleva a reconocer el grave error que fue no acudir el año pasado para celebrar el vigésimo aniversario… La verdad es que estas fiestas, desde hace mucho, han perdido parte de su magia para mí, y supongo que el año pasado debía estar ocupado ordenando los vinilos en las estanterías nuevas para mantenerme ocupado, o algo parecido…

Es una de las formas en las que me mantengo a flote cuando las cosas no acaban de ir todo lo bien que me gustaría… Me dedico a cualquier tarea que tenga mi mente centrada en un objetivo lo más alejado a los problemas que me tienen intranquilo… No es una técnica de escapismo, porque el problema va a seguir ahí hasta que no se le ponga solución de alguna forma, pero al menos me permite disfrutar por un momento de algo y sentirme aliviado…

En veintiún años han cambiado muchas cosas. Recuerdo aquella noche la ilusión que me hizo subir los ficheros y ver que toda la programación que había preparado en local seguía funcionando subida al servidor. En aquellos tiempos todo iba a pedales y estaba labrado en piedra; todos estos adelantos de hoy en día eran un sueño por ver realizado, y no hablemos de los móviles y lo que se puede hacer ahora con ellos. Entonces todo era artesanal, necesitaba una elaboración, como buen guiso, pero el resultado era muy gratificante…

Este aniversario se une a otro que tiene dos caras de una misma moneda, mi vida… Es el décimo aniversario de la gran caída, del final de una preciosa historia conjunta, y también de los diez años de mi primera publicación en papel… Los dos sucesos son del todo complementarios. En los tiempos de aquella primera publicación no podía olerme lo que iba a pasar, pero cuando sucedió y me rompí, uno de los consejos que recibí de MJ, mi palmera, fue que me centrara en la escritura. Que volcar mis emociones sobre papel me ayudaría a avanzar… Y creo que, junto a su trabajo como buena palmera y varios litros de lágrimas derramados por mi parte en las sesiones, la cosa funcionó… Y de esa carrerilla al punto en el que me encuentro hoy, he podido vivir momentos maravillosos gracias a la escritura, y espero tener muchos más por experimentar… No me puedo quejar en absoluto: de empezar publicando en libros de un grupo de escritores aficionados de pueblo y en editoriales que estaban más preocupados en que publicaras con ellos pagando, he llegado a publicar en alguna de las editoriales más chulas (entre las pequeñas), viajar y presentar charlas en varios eventos, conocer a compañer@s de escritura con l@s que compartir experiencias y que me valoran (algo que es importante, se quiera o no), y a participar en antologías junto a escritor@s de primera línea (como la que llegará el mes que viene y que es todo un premio)…

Claro que diez años dan para mucho, y podría haber conseguido más cosas, ganar grandes premios y hacerme un nombre… Pero este tiempo también me ha hecho más sabio, y he aprendido lo que quiero y lo que no… Y, por supuesto, no quiero ser un esclavo de las redes sociales ni de los grupos falsos, algo que juega en contra de mi popularidad y de una golosa lluvia de palmaditas en la espalda e invitaciones en proyectos… Yo no juego en esa división. Me gusta conseguir las cosas por méritos propios, no por caer simpático a ciertos colectivos o pandillas de escritores. En ese sentido, sigo siendo un náufrago, pero un náufrago feliz… Ilusionado con las nuevas travesías que quiero emprender este año…

Los planes son esas cosas que uno tiene rondando en la cabeza durante mucho tiempo y que en muchas ocasiones se acaban fastidiando, pero eso no es excusa para no intentarlos una tras otra vez… Por eso, ya es hora de escribir esa dichosa novela para presentarla a algún concurso donde la valoren objetivamente y no por quién pueda ser… También de montar la web de autor de una vez, con la ayuda de I., que menos mal que se ofrece a echarme una mano, o si no sería incapaz hoy en día, con lo que ha cambiado todo esto… Y de recuperar mi radio, ahora que la tecnología hace mucho más factible que pueda llevarla a cabo y que me he comprado un artilugio mágico para montarla en condiciones… Solo es cuestión de tiempo, como todo… Espero que el día a día no termine con ellos y que al menos alguno de los muchos que tengo en mente vea la luz…

El 2022 fue un año de encallar en islotes… Fue una pena que cerrara la empresa donde me reconvertí en lo profesional y en la que dejé buenos compañeros… Pero después de la incertidumbre que eso genera y de unas cuantas semanas de insomnio, no me puedo quejar… La nueva empresa supone un reto constante y un aprendizaje que nunca acaba, y eso es muy importante para mí. Es una de las conclusiones de la anterior etapa: hay que seguir en constante evolución, y no acomodarse por muy bien que te encuentres en un sitio… Vivimos tiempos cambiantes, hay que saber adaptarse… Y en eso ando… Capeando el desconocimiento con ganas y con fe… Y, de momento, ese cocktail parece estar funcionando… Y sigo adelante…

¿Dónde me lleva toda esta parrafada? Me devuelve a estas tablas donde se respiran aires de nostalgia de la bonita… De la ilusión que tenía en una noche como esta de hace veintiún años cuando, con un ordenador cortito y una conexión con hilos, me imaginaba tener mi propio hogar en una nube… Y es algo que conseguí… Y me trajo muchas otras alegrías…

Ojalá, veintiún años después, vuelvan esas sorpresas… Por mi parte, mantendré la ilusión y la esperanza…


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