Where I End And You Begin

enero 28th, 2006

[La chica con las medias a rayas sale al escenario y despliega el folio con su historia… Entonces carraspea y empieza a leerla con calma…]

– «El protagonista baja las escaleras que conducen al sótano. Son las mismas que todo el mundo lleva dentro y que no se pueden evitar bajar de vez en cuando. El camino no está iluminado y no puede ver ni lo que le aguarda un par de escalones más abajo. Piensa que subir a tientas será peligroso. No necesita mirar las paredes para saber lo que hay en ellas. Están repletas, ya lo sabe, de cuadros con los peores pensamientos.

Pero no puede evitar mirarlos.

Aprieta el paso, baja todavía más rápido, hasta que ya no quedan más peldaños, ni más pensamientos de los que huir. Recupera la respiración e intenta ver algo alrededor.

Abajo todo es oscuro, pero es una oscuridad que reconforta, porque nadie puede reconocerle…

Alarga la mano y coge el bulto que le queda más cerca: es un baúl de madera. Se sienta y deja caer la cabeza entre las manos.

Abajo todo es silencio.

El protagonista pasa así lo que le parece una eternidad. Varias veces ha reconsiderado intentar la subida, pero no lo hace, ya no sabe ni donde quedan las escaleras. Quizás nadie se haya dado cuenta de que ha desaparecido y por eso no vendrán nunca a buscarle.

Abajo todo es húmedo, y la soledad se te pega tanto a la piel que no conseguirías quitártela aunque quisieras. Pero él deja que se le adhiera, no le importa.

Ya ha pasado tanto tiempo ahí fuera…

Casi piensa que no tiene fuerzas para encontrar dentro de él la respuesta. Tampoco la encontraría fuera seguramente.

Decide no arriesgarse.

Pero este cuento tiene sólo dos finales posibles:

En uno, el protagonista sale del sótano por su propio pie. Vuelve a la luz y se encuentra con todos arriba esperándole con té y galletas. Este es el final que nos gustaría a todos. Es justo el contrario del final que nunca nunca nunca ocurrirá -el de el protagonista solo y la puerta que conduce al sótano olvidada, posiblemente tapada por un mueble desde dentro-.

En el otro, alguien abre la puerta y asoma con una vela. Dice en voz alta un nombre y, aunque nadie le responde, empieza a bajar despacito, con cautela. La tenue luz ilumina al protagonista, agazapado contra un costado del baúl. Al principio duda, le cuesta mirar hacia arriba. Da un poquito de miedo, subir es enfrentarse a muchas cosas, abajo es más fácil olvidarse de ellas…Pero no puede estar toda la vida bajando una y otra vez.

Coge la mano que le tiende ese alguien, y juntos suben…»

[La chica vuelve a doblar el folio y abandona el escenario… Nadie podría haber escrito mejor el guión… Ni el propio protagonista…]

Leaving Here

enero 16th, 2006

[El protagonista salta a escena en pijama y mirando el reloj, sin percatarse de que en la sala el público ya ha llegado desde hace un rato… Al llegar al centro del escenario se detiene y en un fugaz giro sobre sí mismo se convierte en un torbellino del que es imposible distinguir qué sucede en su interior… De pronto el vendaval desaparece y el protagonista se hace visible vestido con un espléndido traje negro y con chistera… El actor se mira las mangas asombrado y se dirige al público…]

– Hola… Siento estar algo perdido estos días… Veréis, desde hace una semana vivo en una pequeña casa de 3 habitaciones con jardincillo… No es gran cosa, pero es lo que me pude permitir con el dinero que tenía ahorrado… El vecindario no está mal… Y no vivo solo… Tengo una perrita que se llama Cher (aunque yo no le he puesto el nombre, que conste) y que nunca está en casa porque se va a jugar con un gato callejero… Así que entra y sale de la casa cuando quiere… Menos mal que cuando falta ella a veces me visita una mofeta y no me da tiempo a aburrirme…

De lo que más orgulloso estoy es de la decoración de la casa… Tengo una pecera en el lavabo y frente a la tele un pinball y un jacuzzi que me regaló un genio encerrado en una lámpara… Aunque el otro día se me incendió la cocina, pero un bombero muy simpático llamado Fredy controló la situación en un santiamén… De todos modos he alejado los fogones del resto de la encimera… Más vale prevenir…
Puse una red de voleibol en el jardín, pero tuve que quitarla porque nadie venía a jugar… La cambié por una barbacoa y un banco que instalé en un cercado que hay junto a la casa, pero era un rollo eso cenar solo y en pijama ahí afuera, así que la acabé vendiendo también…

Desde hace una semana (y por su culpa) juego a Los Sims… Es divertido eso de jugar a ser lo que no eres… Al menos, es mejor hacerlo en un juego que en la realidad… Aunque muchos tienden a hacer lo contrario…
Lo peor de todo es que ayer conseguí Los Sims 2, y éste sí es peligroso… Que no me pase nada…

[De pronto de su cabeza surge un gran globo en el que se dibuja, en blanco y negro, un plato con una hamburguesa…

– Me voy… Creo que ha llegado la hora de la merienda…

[El protagonista introduce su mano en el bolsillo y saca con esfuerzo un gran rombo que coloca sobre su cabeza… El extraño rombo verdoso empieza a girar levitando sobre él mientras abandona el escenario haciendo gestos airados con los brazos y hablando en un lenguaje ininteligible…]

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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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