Mother Love

octubre 17th, 2004

[El protagonista espera bajo la luz de un foco blanquecino y sentado en un taburete alto… A su lado una pequeña mesita sostiene un cuenco repleto de caramelos y un vaso de agua… El actor da un sorbo y mientras deja de nuevo el vaso en la mesa se dirige a los asistentes…]

– Hola… Esta noche me gustaría hablaros de la mujer que más quiero en este mundo… Sí, habéis oído bien… Y espero que no se moleste el resto de señoras y señoritas por las que siento cariño o afecto, entre otras cosas porque ellas entenderán que existen diferentes tipos de amor… Como existen diferentes tipos de pasta o formas de pelar una manzana… Los hay locos, secretos, sucios, pasionales, incondicionales, platónicos, imposibles, ciegos… Pero del que me gustaría hablaros esta noche es del maternal… Y es por eso que me gustaría hablaros mi madre…

Siempre he pensado que este tipo de personitas parecen sacadas del mismo molde… Como si en las tiendas del cielo, las cigüeñas fueran a la repisa de “Madres” del supermercado de los bebés y allí estuvieran todas dispuestas en envoltorios de plástico cerrados al vacío… Todas se preocupan cuando te has dejado media rodilla en el suelo y soplan mientras te curan… O te peinan una y otra vez y te embadurnan de la colonia más contundente que podáis imaginar… Lo del tirón de mofletes y los besos sonoros viene después… La historia se repite siempre… Es algo genético… Viene con el título de “mamá”…

Pero la mía siempre ha sido especial… En su envoltorio seguramente ponía algo como “Deluxe” o “Calidad Suprema” o algo por el estilo… Quizás fuera porque no hay otra persona en el mundo que se pusiera a leernos Las Mil y Una Noches mientras nos daba la sopa… O porque fue la descubridora de la mejor merienda que os podáis imaginar y cuya receta morirá conmigo (aunque os desvelaré que uno de los ingredientes era Nocilla, suena bien, mmmm??? ;) )… O quizás porque pegó un par de calcomanías de La Abeja Maya y Willy en las baldosas del fregadero para contentarme…

Mi madre siempre ha sido mi segunda piel… Cuando he tenido frío, ella me ha dado cobijo en su regazo… Cuando mi alma se ha quebrado, ella ha recogido los trocitos con cuidado y los ha pegado con miel y chocolate caliente… Ahora ha llegado el momento de devolverle todo lo que me ha dado… Le ha tocado cruzar un pequeño desierto, pero es sólo eso, una estepa yerma que cruzaremos juntos… Yo intentaré ser su brújula cuando esté perdida… Y aunque ahora le cueste ser dueña de su cuerpo y el temblor le haya ganado por el momento la batalla a sus manos, es simplemente eso… Una batalla… Pero no la guerra… Y yo pienso ponerme mi mejor coraza y blandir la mejor de mis sonrisas para estar a su lado… Y me dejaré ser presa fácil de sus besos y no huir como solía hacer… Sólo por contentarla… Por ella seré el chico más guapo de este lado de la tierra… Aunque yo no lo crea así… Porque por ella haría cualquier cosa… Y así será siempre…

Ahora mis noches se hacen más cortas… Porque no quiero romper su sueño… Y mis letras son pocas aquí… Porque hay pocas cosas sobre las que os pueda contar sin que no vuelva a mi mente todo esto que está pasando… Aunque otras de las que me están ocurriendo se empeñan en hacerme olvidar las malas… Y les debo mucho…

[El protagonista coge el cuenco con los caramelos y continúa…]

– De un tiempo a esta parte viene a mis recuerdos mi profesor de quinto de EGB y su extraña afición por regalar los azucarillos del café a los que se portaban bien en clase… Yo me llevé alguno… Para que os voy a engañar… Y siempre me sorprendió ese gesto… ¿Cómo podía alguien deshacerse tan fácilmente de algo tan preciado?… Fue pasado un tiempo cuando recaí que hacía eso porque era diabético y por tanto no podía tomar azúcar… Y desde entonces me pareció bonito pensar que lo que dulcemente podía matarle se convirtiera en uno de los regalos que más ansiábamos en clase… ¡¡Un azucarillo del profe!! Imaginaos la sonrisa de satisfacción que se dibujaba en la cara del afortunado… :)
Esto es algo más modesto… Pero espero que sirva para conseguir el mismo objetivo… Sonreíd… Y pensad que todo lo malo pasa… Esas son mis muletas ahora… Que tengáis dulces sueños…

[Y el actor empieza a repartir los caramelos lanzándolos al aire… El público alza las manos y bucea entre el mar de butacas para recogerlos del suelo… Cuando ya sólo queda uno en el cuenco, el protagonista lo guarda en su bolsillo y desaparece tras el telón…]


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