Orestes

septiembre 29th, 2004

[La sala rezuma olor a incienso… La punta incandescente de las varillas baja lenta pero irremediablemente hacia su base y las retuerce hasta que se quiebran en ceniza por su propio peso… Sólo los diminutos puntos de luz se hacen visibles en medio de una sala completamente a oscuras y con un público que aguarda entre las primeras toses y estornudos del otoño que ha empezado…
De pronto el sonido de un tintineo despierta uno de los focos que inmediatamente se enciende alumbrando uno de los laterales… Y desde ese punto y en dirección al otro, rodando por el escenario, un pequeño objeto metálico lo atraviesa a toda velocidad… Al llegar al lateral contrario, el círculo rodante se pierde con un sonido metálico que se pierde en la lejanía y el foco vuelve a apagarse… Los cuchicheos del público se incrementan pero no dan pie a mucho más que sembrar cierto asombro que se esfuma entre jirones de vainilla, pues al instante el protagonista sale a escena…]

– No sé exactamente si fue así… Quizás fue al sacar el pañuelo de mi bolsillo… O quizás cuando fui a lavarme las manos en el restaurante… Seguramente cuando puse la mano en algún sitio en el que no debería… Pero lo cierto es que lo perdí… Mi anillo de estrellas… Mi pequeño tesoro…

Sucedió ya hace más de un mes y la verdad es que me dio mucha pena que ocurriera… Le había cogido mucho cariño… Algunos pensaréis que no es posible sentir apego por algo frío como un trozo de metal, pero así de extraño soy para algunas cosas… Soy de los que ni siquiera tiran los precintos de los CDs, no sólo porque así se conservan mejor las cajas sino porque me gusta tenerlos tal y como los vi por primera vez en la estantería de la tienda… Supongo que así entenderéis un poco más lo raro que soy…

Pero alguien me dijo no hace mucho, cuando le conté lo sucedido, que los anillos están hechos para perderse… Quizás no sean más que lazos que se anudan en nuestros dedos y nos atan al pasado… Pero aun perdiendo esa porción plateada del pasado que estuvo conmigo, los recuerdos de los días que vivió en mi mano no creo que desaparezcan fácilmente…

Gracias a cierto ángel que se ha adueñado de mis sueños, mi mano vuelve a lucir un nuevo anillo… Y éste encierra algo más que un círculo perfecto… En el poco tiempo que lleva en mi dedo guarda un puñado de recuerdos imborrables… El sabor de unos labios y el tacto de una piel… El susurro en un oído y la sonrisa en un amanecer… La luz entre unas persianas y caricias en la oscuridad…

Es sólo un anillo… Pero mucho más a la vez que simplemente eso… Un aro que quizás vuelva a perder, porque mi olvidadiza cabeza lo dejará en alguna repisa y allí quedará hasta que alguien lo recoja… Pero al que seguirá otro si éste perdiera… Y otro más tras ese si no apareciera… Porque ahora mi vida estará para siempre forjada en un anillo… Y otro… Y otro… Y otro tras el último… Y otro…

[El protagonista se da la vuelta mientras sigue repitiendo esas palabras y la luz se apaga sobre sus espaldas…]


Comments are closed.

    Reading

    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

    98 von 224 Seiten (44%)