Asking for it

marzo 11th, 2004

– …Y cuentan que entonces se dirigió al Pantano de los Sollozos, más allá de las Rocas Que Gritan, pasado el Monte de los Condenados… Donde la tristeza y la soledad danzan juntas rebozadas en fango… Allí, bajo una enorme roca cerca del riachuelo que regaba todo el lodazal aguardaba el Rey de las Ciénagas Desoladas… Fumaba de una pipa de formas enrevesadas y el humo que se escapaba de ella describía órbitas de incalculable trayectoria… Sus ojos desmesuradamente enormes y brillantes las seguían meticulosamente… Entonces él se atusó el pelo y se adecentó la camisa… Y preguntó… “Oh, Gran Rey de las Ciénagas Desoladas… Decidme vuestra noble merced… ¿Sois vos el conocedor del secreto?”… El rey entorno los ojos y dejó disipar una nueva bocanada de humo que se unió a la neblina sempiterna del pantano… “Guardo ciertos secretos, en verdad… ¿Cuál de ellos deseáis conocer?”, replicó el monarca envuelto en una túnica de harapos sumergida en lodo… “Decidme sólo el que anhelo saber… ¿Dónde habita la Esperanza?”… El monarca separó la pipa de sus labios y contestó… “No puedo desvelaros ese secreto joven viajero, pues lo desconozco… Pero quizás el Rey de las Frías Lágrimas pueda revelaros lo que ansiáis…”

Y el joven se sumergió en las Aguas del Silencio… Dando brazadas a través de las Simas del Desconsuelo… Esquivando las fauces de los Oscuros Que Muerden… Con los pulmones a punto de estallar… Y en medio de la oscuridad del abismo, una enorme burbuja acogía al Rey de las Frías Lágrimas… Jugueteaba con estrellas de mar con cuatro de sus brazos mientras que con los otros cuatro tocaba una lira… La melodía sonaba de forma delicada… El joven se introdujo en la burbuja y se secó la cara con su camisa… Respiró hondamente durante unos instantes y luego se dirigió al monarca… “Oh, grande entre los grandes, Rey de lo Sumergido… ¿Conocéis vos el secreto?” La piel translúcida del Rey de las Frías Lágrimas brilló con un destello amarillento por un instante y su mirada de ojos penetrantes se concentro en el visitante… Entonces contestó… “Tengo muchos secretos en mi haber… El de los Deseos Hechos Añicos, el de los Infinitos Sueños Ahogados… Decidme, extraño… ¿Cuál de ellos es el que queréis conocer?” El joven replicó… “Oh Gran Rey… ¿Dónde se va la Esperanza que se pierde?” El monarca humedeció sus ojos con el agua de una jarra de plata fina abrió sus branquias… Un reflejo cruzó el coral blanquecino de su corona… El rey replicó con voz profunda… “Lamento deciros, joven viajero, que ese secreto no está en mi poder… Pero puede que la Reina de las Hadas Marchitas sepa algo al respecto…”

Y el joven se encaminó hacia el Bosque Ululante… Mas allá de las Tierras de Hilo de Oro… Cerca de la Fuente de las Nubes Cantarinas… Donde las mentiras cortan como un vendaval en invierno… Donde el miedo crepita entre las Ramas Que Arañan Al Pasar… En el hueco de un enorme tronco seco se erigía un pequeño trono hecho de ramas secas trenzadas y resina de encina… Sentada en él aguardaba la Reina de las Hadas Marchitas y en el suelo, sentado a su vera, un duende mascaba hojas del té más amargo mientras se rascaba la cabeza… El joven expulsó las ramas prendidas en su ropa y se dirigió entonces a su Majestad Alada… “Oh, Gran Reina de las Hadas Marchitas… Decidme vuestra ilustre merced… ¿Sois vos la conocedora del secreto?”… La reina sonrió delicadamente con cierta picardía y lamió el palo de un nogal ungido en miel… Luego se dirigió a su invitado… “Conozco muchos secretos… El del sabor de la miel de las mil flores… El de porque el rocío cae sobre la menta fresca… Dime extranjero… ¿Cuál es el secreto que deseáis poseer?”… El joven dirigió su mirada al duende que observaba detenidamente el vuelo de una libélula y contemplo por un instante la luz de la incipiente Luna colándose entre las copas sin hojas de los más altos árboles… Luego contestó… “Necesito saber donde encontrar la Esperanza Perdida… ¿Sabéis vos, oh Reina de las reinas, dónde puede estar?”. La Reina de las Hadas Marchitas suspiró y reconoció resignada… “No conozco el secreto que me pedís y desconozco quien puede confesároslo…”, dijo… “Me temo que largo es el camino para encontrarla… Pero toda gran travesía empieza con un pequeño paso… Quizás ese secreto os sea de ayuda para encontrarla…”
El muchacho desesperado replicó entonces… “¿Qué viaje debe emprenderse cuando la tenemos tan cerca como dentro de cada uno de nosotros y no la encontramos?”

Y cuentan que el joven se dirigió entonces a su hogar… Y subió a un desván casi vacío… Y se sentó en una caja de cartón olvidada sobre un escenario… Y contó la historia de quien buscó algo de esperanza y no la encontró… Entonces abrió una galleta china de la suerte…

Y un mensaje en su interior, escrito en italiano, le hizo sonreír irónicamente…

Menos mal que iba a ser un buen día… :(


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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