The Last Song

febrero 19th, 2004

[Los primeros rayos de un nuevo día alcanzan el borde del escenario sin dificultad mientras los barrotes de las pequeñas ventanas se proyectan en el patio de butacas… Un maullido se escucha a lo lejos, en un teatrillo muerto y totalmente desierto… Al poco un hocico negruzco asoma entre los pliegues del telón olisqueando con cautela… Poco a poco Trevor se decide a salir al escenario y la luz que se cuela al interior de la sala no puede por más que lo intente aclarar la negrura de su pelo… Tras unos pasos dados con la elegancia que sólo los gatos saben dar, se detiene para lamer su pata derecha y volver a alzar la nariz para captar algún atisbo de suculento desayuno… No muy lejos de donde se encuentra, algo parece llamar su atención… Receloso y con la pereza que siempre ha atesorado, Trevor avanza hacia su desconocido objeto de deseo…

Al llegar, el gato olisquea el papel amarillento y doblado varias veces… A continuación lo despliega con las patas, ayudándose del hocico y la frente no sin cierta dificultad, ya que las patitas de gato no son muy dadas a tratar con dobleces de papel… Si fuera así sería normal ver a gatos trabajando en oficinas de correos o en exhibiciones de origami en Japón… :) Pero no es el caso… Y una vez al descubierto, Trevor empieza a leer la nota que en ese papel está escrita…]

“Hacía ya algún tiempo que llevaba pensando en estas cosas… En si sería aquella la última vez que recaería en la tabla oscura que cubría la barra de las cortinas del comedor… O me fijaría en la baldosa rota del lavabo… O en la curva que hacía el conducto de la calefacción en la esquina de la habitación… Pero cuando la cuenta atrás está dada ya sólo puedes pensar en ese tipo de cosas… Y esa última vez es esta noche… Porque mientras escribo estas líneas el tiempo se acaba, y ya no habrá más ocasiones para hacerlo…

Cuando leáis esta nota ya será demasiado tarde… Me habrán secuestrado… Se habrán llevado mi corazón a otro sitio que por el momento no es mi casa, aunque unos papeles se empeñen en decir lo contrario… Quizás con el tiempo llegue a serlo… Pero por ahora no lo es…

Y en esta noche sentimientos de emoción y pizcas de ilusión efímera se entremezclan con la más amarga de las tristezas… Todo es abatimiento y nostalgia… Los armarios medio vacíos y con las puertas abiertas, totalmente saqueados… Las estanterías desiertas… Los cuadros de las paredes descolgados… Un panorama desolador… Si la tristeza pudiera verse con los ojos, creo que no sería muy diferente a esta visión que tengo… Duele mirar alrededor… Y ni siquiera mi voz suena igual en este cuarto casi vacío… Hay un extraño eco en ella…

Remuevo la taza de té (curiosamente quedaba una última bolsita)… Esta vez he puesto dos cucharadas de azúcar, aunque no parecen ser suficientes para endulzar una noche de despedidas como esta… Y entonces miro atrás… Y empiezo a recordar… Los botecitos de plástico de colonia con mis inventos y fórmulas secretas, compuestas por cualquier líquido que estuviera a mano en la cocina y que acababan en reposo en el lavadero… El día que tiré la botella de litro de Coca-Cola por el balcón y casi acabo con un pobre viejecillo que pasaba por debajo… Mi hermano escondiendo el biberón en el hueco del brazo del sofá para que mi padre no descubriera que aún lo utilizaba… Ir subido sobre los pies de mi madre para cruzar el pasillo cuando ya me iba a dormir… Las paredes pintadas con Plastidecor… Siempre supe que tenía algo de artista dentro… Es una lástima que mi madre no lo entendiera así y se mosqueara al ver mis creaciones… Momentos que he vivido en este que ha sido mi hogar hasta esta noche… Una noche que por una vez me hubiera gustado que no hubiera llegado nunca…

Me mudo a una preciosa jaula con barrotes dorados, donde tendré más espacio para revolotear y cantar sin molestar a nadie, pero mi corazón se habrá quedado para siempre en la casa que me vio crecer y dar mis primero pasos… En este mismo suelo que ahora piso con mis botas viejas… Porque no hay caja que sea capaz de trasladar toda una vida de recuerdos a otro lugar…

Y esta noche, en penumbra, estas paredes habrán vuelto a escuchar un disco… Ese que tantas veces han tenido que aguantar ellas y los vecinos… Y al acabar éste, una última canción… Y esa habrá sido la última canción…

Dulces sueños…

iscariot”

[Trevor se frota la nariz con la pata izquierda y tras probar el sabor de la nota con un lengüetazo precavido, da media vuelta para desaparecer entre bambalinas…]


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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