Eye

febrero 6th, 2004

[Sobre el escenario del teatrillo se respira a brisa fresca que entra por los resquicios de las ventanas… El olor a pintura del nuevo decorado se ha difuminado en el frío ambiente de un invierno que se alarga por “culpa” de una marmota caprichosa… El protagonista aparece en escena frotándose las manos para ahuyentar el helor que han ganado mientras esperaba entre bambalinas… Se sitúa en el centro de un escenario en el que aguarda una pequeña mesita con un abultado sobre… Entonces carraspea un par de veces y se dirige a los asistentes…]

– ¿Sabéis…? Tengo un problema…

[El silencio flota en el aire por unos instantes, como entre algodones…]

– Sí… Ya sé… Otro más pensareis muchos de vosotros… Pero este es un problema de verdad… De los importantes… De los que no te dejan dormir… Y creo que ha llegado el momento de que lo sepáis…

Tengo las pestañas demasiado largas…

[Las caras del público reflejan diversos niveles de perplejidad que van desde el simple alzamiento de un lado del labio hasta el arqueo desmesurado de las cejas y la desorbitazación de ojos… El actor principal se explica…]

– Sí… Como lo oís… Cuando era pequeño, y por desgracia para mí, tuve que visitar algún que otro oculista… Supongo que por ese motivo me siento identificado a veces con Thom Yorke (para los que no lo sepáis él nació con un ojo completamente cerrado, aunque mi caso no era tan grave, afortunadamente)… Y estos, además de llenarme los ojos de gotas y pomadas de todas clases y texturas, solían comentar a mi madre que tenía unos ojos especialmente bonitos (aunque en aquellos momentos algo pochos, todo hay que decirlo)… Es algo que ella se encarga de recordarme de vez en cuando con mucho orgullo… A mí sinceramente me parecen de lo más normales… Son pardos y no exageradamente grandes… Del montón diría yo… Es cierto que depende de cómo se proyecte la luz sobre ellos, tienen un brillo bonito, pero poco más… Aunque siempre podré decir que tengo unos ojos bonitos, y que es una teoría respaldada por importantes profesionales de nuestro país… :)

El caso es que parte de ese encanto que tienen (la referencia vuelve a ser mi madre) radica en estas pestañas… Aunque como comprobaréis a continuación, son una peligrosa arma de doble filo… Sobretodo cuando se combinan con unas gafas bien asentadas en la nariz… Al ser tan largas, muchas veces me encuentro con los cristales de mis compañeras desde hace unos años llenos de pequeños “arañazos” que produzco yo mismo al pestañear (lo siento, yo no quiero hacerlo pero tampoco puedo evitarlo… ich…) Y entonces ver el mundo a través de esos cristales se convierte en una experiencia completamente diferente… Me obsequian con cierta visión caleidoscópica de mi alrededor… Como si todo estuviera tras una maraña tejida por la más veloz de las arañas… Cuando menos lo esperas has vuelto a caer en su trampa… :) Es curioso… Aunque a veces algo molesto… Pero por suerte todo tiene remedio y en cuanto me doy cuenta de lo sucedido acudo a mi buen amigo, el pañuelo de papel…

Aun con ese impedimento que a veces me saca de quicio (aunque nada comparable con lo loco que me pongo cuando una de esas dichosas pestañas o cualquier otra cosa se me mete en el ojo), tengo la suerte de regalarles cosas tan bonitas como estas…

[El protagonista coge el sobre que espera sobre la mesita y lo abre para mostrar su contenido con una sonrisa…]

Elbereth (a quien pido mil disculpas por haberme retrasado tanto en enseñaros estas maravillas) me envió hace unos días un caramelo de caramelos (lo siento pero no pienso desvelar el contenido de la parte golosa del paquete) y una preciosa rosa amarilla… Como todos ya debéis saber, regalar una rosa amarillas significa… Significa… Pues…

[Una chica se alza rápidamente e interrumpe las elucubraciones del protagonista…]

Amistad iscaaaa… Significa amistaaaad…

[El actor sonríe bajando la mirada al suelo y replica a la inesperada experta en jardinería…]

– Tú lo has dicho… Muchas gracias… La próxima vez creo que será mejor enviarme algo para mi olvidadiza memoria… :)

No es algo nuevo para mí… Pero he vuelto a redescubrir que las pequeñas cosas son mi mejor refugio cuando la melancolía me invade… Si estáis en esa situación probad este remedio… Mirad fijamente la luz a través de las cortinas de vuestra habitación o los dibujos que forman las sangrías de la madera… Hay pocas cosas comparables con quedarse embelesado contemplando ese tipo de pequeños espectáculos que aparecen por todas partes…
Tampoco es mal ungüento sonreír… No ha sido precisamente un médico quien me ha recetado esa cura, pero desde que le hago algo de caso (porque tampoco soy demasiado buen paciente) las cosas se ven de otra forma… Sin necesidad de tener las pestañas largas, claro… :)

[El protagonista se despide saludando con la mano y es engullido enseguida por un telón que, aunque haya estado algunas noches sin alzarse, promete seguir haciéndolo por el momento…]


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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