Good Fortune

diciembre 23rd, 2003

– …Por eso esperaba con ganas que llegara este día… En teoría se suponía que debía ser el que iba a cambiarme la vida… Entre 66000 bolitas con 5 números cada una de ellas, debía salir una que coincidiera con alguno de los papelitos que he coleccionado estos últimos meses… Pero como siempre, he invertido en unos trozos de papel que no voy a aprovechar ni para envolver un chicle mascado…

Ahora que ha pasado puedo contaros un pequeño secreto… Hace unos días fui a un centro comercial a comprar unas cosillas (que yo recuerde, una cajita de té verde y un paquete de galletas). Al llegar a la caja saqué la tarjeta de crédito y la cajera, tras pasarla por la registradora, me comentó las excelencias de la tarjeta del supermercado, con la que podría poner gasolina a menor precio entre otras cosas que ya no recuerdo… Realmente no soy un admirador del dinero de plástico, te hace perder la percepción de lo que es realmente el dinero, y de lo que cuesta tenerlo en las manos a veces como para dejarlo escapar introduciendo un trozo de plástico en una ranura… Así que le comenté a la cajera (muy amable por otra parte) que no estaba interesado en ella… En un gesto impropio de mí bromeé comentándole que además, no era necesario que me hiciera la tarjeta porque estaba convencido de que este año me iba a tocar la lotería de Navidad y que podría comprarme al fin ese coche que tanto ansío y que seguro gastará mucha menos gasolina… La chica sonrió, y yo continué poniendo las cosas en las bolsa…
Cuando ya me disponía a irme, y ella ya había empezado a cobrar a la siguiente cliente, se dirigió a mí de nuevo y me comentó:

– Pues que sepas que va a acabar en 2…

Por un instante una sensación entre incrédula y mística recorrió mi mente… Yo pregunté entonces…

– ¿Cómo lo sabes?

Y entonces ella con una sonrisa me contestó…

– Tú acuérdate… Ya lo verás…

Me despedí diciéndole que si se cumplía su presagio pensaba volver para recordárselo… Era una conversación tan surrealista para mí que ni dejar salir esas palabras de mi boca me extrañó (los que me conocen saben que nunca me hubiera atrevido a hacerlo)…

Los días que han seguido al encuentro con la improvisada pitonisa han sido una mezcla de obsesión por el 2 y creencia ciega en las virtudes de la chica… ¿Quién podía negarme que no pudiera tener razón? ¿Si me había elegido a mí para confesarme un secreto como ese, debía seguir su consejo y comprar un boleto que acabara al menos en 2? ¿Qué tipo de cursos siguen las cajeras del Alcampo que las hacen convertirse en futurólogas mientras cogen paquetes de un kilo de arroz o un pack de 6 tarrinas de mantequilla?

Pese a que le comenté la anécdota a todos mis amigos, finalmente no llegué a comprar ningún número que acabara en 2… Esta mañana no he podido evitar sentir un escalofrío cada vez que veía en la pantalla del ordenador de la oficina donde paso mi tiempo cuando no estoy entre bambalinas la aparición de un nuevo premio… “No… Este no es en dos… No… Este tampoco…”

El número ganador ha acabado en 3… Precisamente la terminación del boleto que compré finalmente, con lo cual me devolverán el dinero que invertí en él… Y en estos momentos me invade un terrible deseo de acudir al supermercado en cuestión, localizar a la cajera y enseñarle mi cupón en las narices mientras me dirijo a ella con voz de niño repelente… “¿¿Con que el 2 eh?? Ñeñeñeñe…”

La tentación es fuerte… Tiene suerte de que sea bueno… Nunca confiéis en las cajeras del Alcampo…


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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