The Needle And The Damage Done

septiembre 15th, 2003

[Son días extraños… Días en los que lo que estaba quieto vuelve a moverse de nuevo… En los que cosas olvidadas vuelven al recuerdo… En los que viejos cowboys emprenden largos viajes al encuentro de su amada… Días de nervios reencontrados… De sonrisas que se echan de menos… De un verano ya olvidado…
…Y las noches se resienten… Ahora parecen más frías… Aun con un té templado esperando en la taza…

El escenario espera somnoliento la aparición de un protagonista contagiado por esa extraña enfermedad. No tarda en llegar, portando una maleta anaranjada y un paquete embolsado bajo el brazo… Deja la maleta sobre una pequeña mesilla en el centro del escenario y se sienta en un sillón dispuesto a su lado, dejando lo que portaba bajo el brazo a en el suelo… Entonces abre la maleta lentamente hasta que llega a su tope, perpendicular al fondo… Su contenido no queda a la vista de todos los asistentes, pero parece que el interior está forrado de tela formando una extraña cenefa a rombos en varios tonos de marrón… El actor principal recoge el paquete de forma cuadrada del suelo y mira por la abertura de la bolsa lo que guarda… Misterio y silencio cruzan las tablas de lado a lado cogidos de la mano… Aunque por poco tiempo…

El protagonista extrae de la bolsa una de las carpetillas que contiene… Examina la cubierta del disco detenidamente y pasa su mano por él… Se diría que parece olerlo… A continuación saca el sobre interior que guarda con cautela y seguidamente el negro círculo que brilla en sus entrañas… Los reflejos que provoca el vinilo con los focos de la sala crean psicodélicas imágenes en la retinas de los asistentes, que creen estar en la función equivocada por una noche… El ritual prosigue dejando el disco en el interior de la extraña maleta… Por un instante el protagonista se oculta tras la tapa, agazapado, cogiendo un pequeño brazo de plástico y dejándolo caer con suavidad sobre el disco, que ya está girando… El golpe de la aguja con la superficie del vinilo resuena en todo el teatrillo, luego cierta calma envuelta en sonido de aceite refrito en una sartén y más tarde aparece el dulce sabor añejo de una canción encerrada en esa prisión que rueda a 33 rpm…

El protagonista se levanta del sillón y se sitúa al lado de la mesilla para dar inicio a la función de esta noche…]

– Una aguja… No me entusiasman demasiado… Si te pinchas con ellas sueles sangrar y eso no es divertido… Además duele… Salvo ciertas excepciones como esta… ¿No os parece mágico? Al principio es todo silencio… Luego dejas caer el brazo… Una astilla de diamante araña un surco casi infinito… Recorre las estrías de esa cálida negrura… La daña irremisiblemente, porque un vinilo no vuelve a ser el mismo tras ponerse por primera vez… Pero es un daño por el que sería capaz de matar… Es música en estado puro, aunque cada vez haya menos posibilidades de escucharla porque no se suelen fabricar ya discos y menos tocadiscos… Si el video mató a la estrella de la radio, el CD ha acabado con los vinilos y todo lo que les rodeaba… El polvo acumulado en la aguja… El “ploc” de ésta al caer sobre el vinilo… La voz de pitufo cuando escuchabas un LP a 45 rpm por equivocación… La odisea de poner una canción en concreto apuntando con la aguja sobre la parte del disco adecuada…

Momentos buenos y malos… Todos están empapados de música aunque no queramos… A veces es una poderosa aliada para olvidarlo todo y dejarse llevar, otras un arma de doble filo que puede volverse en nuestra contra en el momento menos pensado… Y esos discos grandotes han traído demasiadas alegrías durante generaciones como para verlos morir tan tristemente… Me apena… Quizás sea porque en cierta forma las personas somos como viejos vinilos… A medida que nos arañan nos vamos desgastando y cada vez sonamos peor… Son cicatrices que cada uno llevamos, algunas más profundas que otras… Arañazos que nunca se quitan por muchas gamuzas con las que nos acaricien… Polvo que cubre nuestro pasado… Electricidad estática que se nos pega a la piel de por vida… Y yo no dejo marchar a mis amigos así como así… Cuesta demasiado encontrarlos… Como los buenos vinilos…

[El actor principal da media vuelta y recoge el paquete de vinilos del suelo para retirarse y dar por concluida la función… Al fondo, los aplausos de la grabación se desvanecen, y el brazo del tocadiscos sube al llegar el final…]


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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