Here In My Head

mayo 12th, 2003

[Sobre el escenario aguarda un atril con un cartel de letras grandes y sinuosas en el que puede leerse “Disfruten del viaje…” junto al dibujo de un aviador de los años 30 con unas grandes gafas sobre el casco… Si no fuera por el enorme foco que ilumina el cartel, el teatrillo estaría completamente a oscuras… Un manto de negrura envuelto en silencio…
El protagonista salta a escena no a mucho tardar vestido de riguroso negro y tras apartar el atril a un lado la iluminación parece centrarse en su rostro… De pronto, un haz de luz resplandeciente parece surgir de la parte superior de su cabeza… El rayo recorre lentamente el cráneo del protagonista, reluciendo cada vez con mayor intensidad, hasta el punto de parecer resquebrajar la cabeza del protagonista y liberar definitivamente un gigantesco relámpago de luz blanquecina… El torrente cegador describe un arco altísimo que se abre en forma de abanico sobre la cabeza del protagonista… Destellos y chispas escapan de él y se apagan al caer sobre las tablas… El protagonista no parece estar asombrado por el prodigioso espectáculo con el que ha empezado la función de esta noche y se dirige al público con tono pausado…]

– Bienvenidos… Abrochaos los cinturones… Va a ser un viaje corto y espero que agradable… No hay vistas demasiado bonitas y todo está bastante desordenado, pero espero que al menos no os mareéis en el trayecto… No se permite fumar ni el uso de aparatos electrónicos… Disfrutad del viaje… :)

[Entonces un huracanado embudo de oscuridad absorbe todo el patio de butacas y en un instante todo el público se adentra en la cabeza del actor… El torbellino da bandazos a izquierda a derecha y sus inesperados pasajeros parecen algo asustados ante lo imprevisto de la función… El instante parece eternizarse y el trayecto no tener un destino fijo… Pero de pronto el curso del extraño transporte se relaja y la violencia y velocidad de la travesía se convierten en calma chicha… El ambiente del interior es acogedor, aunque indescriptible… Demasiadas cosas que contemplar… Una voz que parece provenir de todas partes se dirige a los ocupantes de la extraña nave…]

– A la derecha tenemos el puzzle inacabado… Se va construyendo poco a poco… Pieza a pieza… A veces se pierde alguna y tengo que volver a buscarla de nuevo… Además, es todo un misterio saber que sucederá cuando se complete del todo… La figura que van configurando las piezas no da demasiadas pistas al respecto, pero supongo que cuando lo complete os enteraréis… :) Si miráis un poco más allá podéis ver unos cuantos recuerdos de infancia; el día que estrené mi bici BMX o cuando metí aquel gol de cabeza y todo el mundo me felicitó por la ejecución… También están los canarios de mi madre en las jaulas colgadas en el balcón, y el día que tiré una botella de cocacola de cristal por él y casi mato a un anciano… :S
A vuestra izquierda, el mar de soledad… Muchas veces me sumerjo en él y chapoteo un rato… El agua está fría… Y parece que nunca se hunde uno lo suficiente en él… Siempre se puede llegar más profundo…
En unos momentos llegaremos a la zona de recreo… Allí hay payasos que ríen al hacer lo que mejor saben hacer… Payasadas… Gritan mucho… Demasiado a veces… Pero está bien tener algo alocado dentro de la cabeza… Para cuando la desesperación es demasiado angustiosa… Se respira bien allí… Huele a dulce…
Ah! Mirad… Ahí llega…

[Un piano de madera negra se acerca poco a poco en sentido contrario… Cuando llega a la altura del patio de butacas saluda con una de sus patas y muestra una sonrisa tan amplia como le permiten sus octavas… Luego se despide con una melodía que recuerda a la de las furgonetas de helados americanas…]

– Siempre está por aquí… Música… Sin ella todo esto no podría ser lo mismo… No muy lejos de aquí está el almacén… Allí están todas las canciones… Sus estanterías están tan abarrotadas como las reales… Sólo el Castillo de las Historias Jamás Contadas que hay al otro lado podría rivalizar con él en ese aspecto… Pero aquí es más fácil tener la música bien clasificada, junto con sus anécdotas, sus recuerdos y las emociones que me producen al escucharlas… Nunca acaban de llenarse… Es un alivio… Y además, aquí dentro no se queja nadie del volumen… :)
Si miráis hacia arriba podréis ver pequeños destellos en medio de esa oscuridad… Son las sonrisas de los que conozco en mitad de mi siempre oscura noche… Me alimento de ellas… No hay nada con mejor sabor… Y aunque tengo épocas de ayuno obligado, no suelen defraudarme… Tengo mucha suerte… Saben que las necesito…

[El curso de la travesía se torna intrincado por momentos y laberínticas paredes de hielo se han levantado por doquier… La extraña nave los esquiva aquí y allá… La voz tranquiliza al pasaje…]

– Vaya, estamos atravesando una zona de turbulencias… Son muy corrientes por aquí dentro… Yo les llamo tonterías… Es imposible dejar de pensar en ellas cuando aparecen… Y crecen y crecen sin límite aparente hasta ahogarlo todo… Se complican y retuercen sobre ellas mismas en formas imposibles… Y aunque parezcan frágiles, pues casi podría verse a través de ellas, en realidad tardan mucho en desaparecer… Siempre están ahí… Son parte del paisaje habitual…

[Poco a poco, la zona de tonterías queda atrás y una luz parece acercarse por el horizonte que los espectadores divisan… La travesía parece llegar a su fin y una extraña sensación parece envolver a los viajeros… La voz del protagonista vuelve a resonar…]

– Bien, creo que nuestro viaje acaba aquí… En breve todo volverá a ser como antes… Esto es lo que podéis encontraros aquí, en mi cabeza… Espero que no haya sido una experiencia tan mala… Por cierto, de vuelta al teatrillo podréis encontrar una pequeña tienda souvenirs con camisetas en las que pone “Yo estuve allí…”, tazas con torbellinos oscuros dibujados en ellas, encendedores de plástico con forma de estrella y demás objetos totalmente inservibles… Estáis invitados a volver cuando queráis… Seréis bien recibidos…

[…Y entonces todo acaba… Alguien enciende las luces… Todo está como antes de esta extraña odisea… Y el protagonista abandona el escenario…]


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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