Lost Opportunity

febrero 13th, 2003

[El ambiente en el interior del teatrillo está realmente cargado esta noche… El humo de centenares de cigarrillos se contonea por la sala intentando desvanecerse aprovechando la casi completa oscuridad de un patio de butacas convertido en un noctámbulo pub para la ocasión… Varias mesas circulares con una lamparita de pobre luz en ellas dan la bienvenida a los asistentes que no entienden el cambio de orientación del local… Sobre el escenario, luces azuladas esperan la salida del protagonista… La austeridad reina en él… Sólo un micrófono y un pequeño amplificador aguardan el momento…

La espera no es demasiado larga… El protagonista aparece en escena portando una guitarra eléctrica colgada del hombro… El público aplaude y silba… El protagonista conecta la guitarra al amplificador y sube el volumen… Un acople resuena en la sala y taladra los oídos del público… Seguidamente, se acerca al micro y da dos golpecitos sobre él para comprobar que todo funciona correctamente… Un latido de corazón bombea en la sala… Entonces posiciona la guitarra con una maestría impropia de él mismo, coloca la púa entre sus dedos y empieza a rasgar las cuerdas…

El ritmo es lento y sincronizado, pero con parones insistentes… Sorprende al público, que no llega a darse cuenta del tipo de pieza del que se trata hasta bien empezada… Algo que debe achacarse a las casi nulas aptitudes del actor principal para tocar un instrumento, sin duda, aunque se rumorea que insiste en no tirar la toalla… No hay duda… Es un blues…]

– No hay tristezaaaaaa… No hay razóoooon… El destino me traicionóooo… Laaaaaaaa noche pasada… Oooohhhh… Con toda la ilusióooon… Que había puesto yooooo…. Y me quedéeeee sin entraaaaaaadaaas… Beth Gibbons me dejó…
Y es que solo hay una explicación… A todo lo que pasó… No es más que otra oportunidad perdida…

[El protagonista cierra los ojos y mira hacia arriba mientras de sus dedos brota el sólo que todo buen blues debe tener… Sus dedos recorren el mástil a una velocidad endiablada… El bending es impecable… De pronto una sombra proyectada sobre el telón por un foco mal intencionado deja al descubierto el pequeño engaño… Tras las bambalinas, la silueta de un espigado Brian May deja entrever que las nociones de guitarra del protagonista tenían algo de truco… Pero el público no llega a recaer en ese detalle sin importancia y prefiere disfrutar de la música sin dejarse llevar por sus ojos… Por muchas bofetadas que depara la vida al final vale la pena escucharla… Como un blues… A veces triste, a veces esperanzador…]


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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