When I’m Sixty-four

julio 23rd, 2002

[El actor principal salta a escena con la mano derecha en la frente y gesto de incredulidad, aunque con una sonrisa de oreja a oreja… Cuando llega al límite del escenario se detiene, respira hondo y da inicio a la función de esta noche, sin abandonar un brillo especial en sus ojos…]

– Ayer tuve una de las visiones más fantásticas que he tenido en mucho tiempo… Me dirigía a casa con el coche, ya por la tarde, después de una jornada dura y, además a estas alturas de año, agobiante por el calor que hace… Llevaba ya recorrida la mitad del trayecto que separa mi casa del trabajo, justo a la altura del parque central de la ciudad, cuando, muy oportunamente por esta vez, el semáforo se puso en rojo. Como no suelo ser un chico malo, detuve el coche… :) Entonces miré en dirección a mi antiguo colegio. Desde que mis días de jugar a las canicas en sus patios quedaron atrás, el inmenso complejo que los Maristas tienen en la zona centro de la ciudad ha ido mutando y modernizándose estéticamente, al menos por fuera, ya que no he vuelto a pisar su interior… Un antiguo muro separa los patios y el edificio de la calle que baja hasta el ayuntamiento y la zona comercial del centro. Por la parte superior de esta calle la muralla se transforma en unos largos barrotes de hierro que enlazan finalmente con unas cuantas tiendas…

Una anciana caminaba subiendo la calle de forma algo acelerada, a mi parecer. El ver una persona mayor normalmente despierta en mí un sentimiento de respeto y ternura, aunque hay excepciones… :) Pero lo me extrañó fue que caminara a esa velocidad a su edad; con pasos muy cortos, pero sin una mueca de cansancio en el rostro… Si hubiera sacado la lengua, no me hubiera extrañado, la verdad… :) Estaba llegando ya a la zona de los hierros cuando recaí en que llevaba un botellín de agua vacía en su mano derecha y que miraba insistentemente los barrotes que se acercaban, pero no le di más importancia de la que tiene… El momento culminante estaba esperando justo un par de pasos adelante: la señora, al comprobar que había llegado a la altura de los barrotes, cogió el botellín y lo introdujo entre ellos, mientras continuó caminando… Os aseguro que es imposible describir la satisfacción que vi en su rostro… Fue genial y me alegró la tarde, hasta el punto que no puedo quitarme esa imagen de la cabeza… Una tontería lo sé, pero últimamente me conformo con estas pequeñas cosas que me regala la vida… :)
Al acabarse las barras, aminoró su marcha y guardó el botellín en su bolso, y fue entonces cuando el semáforo se puso en verde y la dejé con sus juegos infantiles…

Algunos creerán que quizás esa anciana no estaba en sus cabales, pero para mí fue muy gratificante ver que esa señora, pese a la edad que sus huesos atesoran, es aún una niña por dentro… Cuando tenga su edad quiero ser como ella… :)

[El actor principal da media vuelta y se encamina a las bambalinas cuando de repente se detiene y se dirige a los asistentes…]

Por cierto… Ya son 4000… :) Muchas gracias a todos por vuestra fidelidad, pero esta vez no habrá celebración… Espero que sabréis comprenderlo… Sólo me gustaría regalaros esto…


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