With Every Light

junio 24th, 2002

[El olor a pólvora provinente de la calle recorre el teatrillo… Ha sido una larga noche de hogueras, estruendo y calor… Pero en el interior del remozado teatro la calma reinó durante toda la noche y sólo una luz brilló en la oscuridad… El actor principal espera en penumbras en el centro del escenario…]

– Noche de brujas… De encantamientos… De deseos por cumplir… De romper con el pasado… …Y de fuego… La ciudad se llena de fogatas y luces… Y con cada una de esas llamas los deseos de buen augurio de miles de personas que se resisten a dormir esta noche…

De pequeño, la noche de San Juan era algo muy especial, algo que se esperaba todo el año, como el día de tu cumpleaños o el día de los Reyes Magos… Los preparativos de esa magnífica noche empezaban semanas antes, acumulando todo el material pirotécnico que era capaz de conseguir con el dinero que me daban mis padres y mi abuela… Mi compañero de escaramuzas era mi antiguo vecino, ya que por entonces mi hermano era demasiado pequeño y sólo era capaz de encender bengalas (y encima le asustaban); juntos visitábamos la tienda de petardos que sólo abría cuando llegaban estas fechas y seleccionábamos el material meticulosamente… Correcaminos, ranas, cohetes pequeños (ideales para lanzar con un artilugio que el padre de mi vecino ideó con una tabla y una cerradura), verdes (peligrosos porque su mecha era extremadamente corta), pequeñas tracas, truenos, bombetas, y las inofensivas pero siempre presentes cebolletas… Mis petardos preferidos eran los chinos, esos que seguramente habréis visto con una larga y delgada mecha y con un papel adornado con estrellas blancas y los carpinteros, que eran algo más potentes y cuyo papel tenía un dibujo de uno de esos pájaros… Me gustaba ligar las mechas de varios de ellos y encenderlas para que explotaran a la vez… Aunque esa técnica conllevaba un riesgo; que alguno de ellos se quedara sin recibir su chispa. Entonces recogíamos los que se habían salvado de la quema, normalmente con la mecha perdida o casi inutilizable, los partíamos casi totalmente por la mitad y acercábamos una llama para provocar lo que llamábamos un volcán: una diminuta y fugaz lluvia de chispas, su último momento de gloria… Si conseguíamos reunir varios petardos defectuosos reuníamos toda su pólvora en un montoncito y aplicábamos la llama sobre él, creando una apestosa humareda instantáneamente…

Pero mi vecino se fue a vivir a Murcia, yo me hice mayor, y todo terminó… Ahora la noche de San Juan es una noche más… Sí, sé que algo mágico la envuelve… Pero dada la situación por la que está pasando mi familia, no tengo ganas de encender ninguna hoguera ni de quemar un papel con los tres deseos que quiero que se cumplan… Esta noche no ha habido hoguera ni petardos… Sólo una única llama ha permanecido encendida esta noche. La misma que lleva encendida día tras día y noche tras noche desde hace ya varios meses… Una vela que mi madre mantiene encendida para pedir por la delicada salud de mi tía…

Espero que tengáis más suerte que yo y que los deseos que hayáis pedido en esta noche tan especial se cumplan…

[El actor principal abandona el escenario. Las pocas luces encendidas para presenciar la función se apagan lentamente y sólo queda encendida una gran vela roja que se consume lentamente…]


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