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febrero 3rd, 2002

Hoy ha sido uno de esos días en los que tu vida puede haber cambiado para siempre. He visitado por primera vez la que puede ser mi nueva casa. Mis padres han decidido que el piso en el que vivimos desde que nací se ha quedado pequeño para la familia. Y parece que todo indica que ese será nuestro nuevo hogar, porque al menos mi padre está muy decidido e ilusionado.

La verdad es que la casa es grandiosa, y tiene muchísimas posibilidades, incluida una planta (según mis padres) para mi hermano y para mí solos donde poner todos nuestros artilugios… Pero aún no es mi casa… Entendedme, mi casa está ahora aquí, entre las paredes de este piso que me vio dar mis dubitativos primeros pasos en sus pasillos, dejar el chupete, suspirar por mi primer amor… No me hago a la idea de dejarlo…
Hay demasiadas cosas encerradas entre sus paredes, demasiados recuerdos que su próximo inquilino no sabría recuperar… Y en cambio voy a una casa desconocida, vacía, sin vida por el momento…
No sé como acabará esta historia, pero me va a dar mucha pena dejar este sitio, dejar de recorrer las calles en las que de pequeño jugaba entre los coches aparcados…

Ahora, salir a la calle es sumergirte en la magia del barrio, la gente, las tiendas, el bullicio, los coches, el ruido. En la nueva casa, situada en una zona residencial, es todo calma y silencio (al menos eso parece). Y aunque no está exageradamente lejos de mi barrio, si lo está lo suficiente como para necesitar el coche para ir a una zona de compras decente (aunque el macro complejo comercial del Mataró Park está casi al lado).

Lo único que me reconforta es que creo que una casa no se basa sólo en unos muros sólidos, sino en las personas que la ocupan, y supongo que entre todos sabremos hacer de ella un nuevo hogar (si es que todo sigue su curso).


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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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