Good Times Bad Times

Ayer por la tarde estuve en la casa de uno de mis mejores y más viejos amigos (creo que nos conocemos desde párvulos en el colegio?). El motivo era que su PC había dejado de arrancar (no es de extrañar si se añaden tres componentes a la fórmula magistral: unas gotitas de hermano conectándose a Internet, 33 gramos de virus residente en memoria fresco y una pizca de fondo de pantalla de la Chenoa de Operación Triunfo). Pero como siempre, reencontrarme con él me ha hecho pasar un buen rato. Hablamos de amores y desamores, de trabajo y estudios, de fútbol y televisión, de música y coches (su afición) mientras su gata de 17 años se paseaba entre nuestras piernas maullando algo que sonaba a “azrrrraeeeeel”… En fin, todo un privilegio tener amigos con los que te sientes a gusto, aunque no les veas tan a menudo como quisieras…

Ah! Por si os lo preguntabais, el PC volvió a respirar (aunque le hemos renovado el motor)… :)

De pronto el protagonista calla en seco y estornuda varias veces seguidas, entre el estupor de los asistentes.

– Damas y caballeros, un momento de atención por favor – una voz surge entre bambalinas. Como ya sabrán corren malos tiempos para los que salen de casa no demasiado abrigados. Nuestro actor empieza a tener síntomas de otro resfriado (noten el enrojecimiento de su ojo izquierdo), pero ya hemos empezado a medicarle con alguno de esos antigripales que tan mal saben (es por ello que a la gente no le gusta ponerse enferma; si tuvieran buen gusto las medicinas, no nos importaría). Para su tranquilidad esta mañana parecía encontrarse mejor, y volverá con más fuerzas el próximo día. En su nombre muchas gracias por su comprensión y por la donación de pañuelos de papel que han dejado en la entrada.