Tryin’ to throw your arms around the world
-De entre las muchas cosas que tengo en mi vida por las que dar gracias, hay unas que veo cada día y que no soy consciente de lo mucho que les debo…
Mis manos me han dado el pan cada día, y me han ayudado a prosperar, desde que empecé a gatear hasta que llegué a teclear para ganarme la vida escribiendo conjuros mágicos que poca gente entiende… También me han permitido aprender a escribir, empezando con un lápiz y una letra casi irreconocible, para acabar publicando historias en muchos sitios… Me han traído sueños que no creía posibles… Me han permitido acariciar y sentir la piel de otro… Coger manos temblorosas ajenas… Incluso dar masajes, cosa que por lo visto, no se me da mal del todo… Me han servido para estrechar la mano de gente a la que admiro venida de los confines del mundo, personas que no conocía y que han acabado siendo importantes en alguna etapa de mi vida y gente que ha demostrado tener una falsedad que bien hubiera podido detectar su tacto… Supongo que en alguna futura evolución de la raza no estaría nada mal tener esa nueva capacidad…
Con ellas amaso, cuento días y rasco… Desato, giro y abro puertas a lo que tenga que venir… Son capaces de vaciar cajones y frotar los antebrazos de gente emocionada… También tamborilean con los dedos cuando estoy nervioso, o le dan vueltas al anillo… Y cuando se le han unido los brazos, han sido capaces de acoger a otra persona, algo de lo que me he hecho adicto y de lo que costará desintoxicarse en un futuro…
Hace poco las he vuelto a utilizar para algo bueno… Este fin de semana parece que se acaba el mundo, y yo, mientras escribo esto, he decidido que no podía dejarlo sin hacer las galletas que me prometí. Aun estando en el horno, la cocina olía como no hacía en mucho tiempo… En días como hoy en que todo es oscuridad ahí afuera, es reconfortante sentir esa sensación cálida y agradable… Como un abrazo… Como si no estuviera solo y en el entorno estuvieran pululando fantasmas de seres queridos diciéndome que todo saldrá bien… La frase que he aprendido de mi chamana y que me repito tan a menudo… Y sé que en el fondo será así, quizás más pronto de lo que imagino… Sólo hay que confiar…
Hoy me he despertado con esta canción en la cabeza… No eran las seis de la mañana, como cuenta, sino las cuatro… Era un día especial y cuando tengo una cita de ese tipo suelo despertarme mucho antes y no consigo volver a dormirme… Pero más tarde no he podido evitar ponérmela… Y me he dado cuenta entonces que quizás sea eso precisamente lo que he aprendido durante todos estos meses… A abrazarlo todo; lo bueno y lo malo… Y seguir viviendo con las esperanzas puestas en lo mucho que tiene que venir, pero con los pies puesto en el hoy… Y por mucho que hayan cambiado las cosas, hoy debo seguir estando agradecido…
Esta noche toca una celebración atrasada… Espero muchas risas con mis dos mejores amigos… También necesitaré algún abrazo… Aunque hoy haya sido un día de pérdidas, estoy seguro de que eso lo tengo garantizado…
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