Demo

febrero 25th, 2012

[Hace frío en el interior del teatrillo… Un frío parecido al que se siente cuando se encuentra uno en una sala grande y abandonada, en un gran cascarón en medio de un océano agitado o en una oscura celda en lo más recóndito de un castillo, con su liquen y su musgo entre las hendiduras de los muros… Ese frío contrasta con el alboroto organizado sobre el escenario, repleto de cajas de cartón y trastos que ocupan todos los rincones… Algunos más polvorientos que otros, algunos rotos, otros tremendamente nuevos, pero todos asomando entre lonas, cartón y embalajes…

El protagonista está ensimismado agachado ante una de las cajas… Está dando la espalda al público y parece no darse cuenta de que la función ha dado comiendo mientras sigue trasteando con la vorágine de cachivaches que salen de ella… Ni siquiera la insistente tos de una de las asistentes parece despertarle de sus quehaceres… Es entonces cuando, al moverse, en la primera fila comprueban que lleva unos cascos puestos, con lo cual sus esfuerzos para llamar la atención al protagonista son en vano…

Entonces se levanta quejándose del dolor de riñones y estirando la espalda como quien intenta enderezar un arco destartalado. Luego, instintivamente mira de reojo el patio de butacas y al advertir que no está solo, se arranca los auriculares de los oídos y se da la vuelta inmediatamente, dirigiéndose al respetable…]

– ¡Me habéis pillado! En situaciones como estas se suele decir que está todo hecho un desastre y que normalmente no está todo así de destartalado. Pero en este caso no os voy a mentir, realmente éste es el estado en el que se encuentra siempre, así que intentad no asustaros y haced la vista gorda…

Espero que las Fiestas os hayan acabado de tratar bien (al menos mejor que a mí) y que el Año Nuevo se intente comportar como los niños buenos; callados y con los ojos bien abiertos… Los propósitos a estas alturas quizás hayan caído en el cajón más recóndito de vuestras mesas, pero si sois de esas heroicas personas que aún los están manteniendo, os respeto y venero… Yo sigo en ello, y ahora sabréis por donde van los tiros…

Estoy en proceso de cambio… Y esto no es más que una representación de cómo tengo ahora mismo la cabeza… Hecha un desastre… Hay decisiones por tomar, problemas a lado y lado, apuestas, retos, cosas por desempolvar… De todo un poco y mucho lío en general…

Pero retrocedamos al inicio de esta epifanía… Todo esto empezó con una revelación que tuve mientras escuchaba uno de esos típicos discos re-editados que llevan como extra las demos de las canciones… Siempre me han gustado ese tipo de discos, en los cuales te encuentras una de esas obras que te ha acompañado durante parte de tu vida, pero con el sonido mejorado (a veces no se toman esas molestias) y otro CD con una instantánea de su momento de creación… Una etapa intermedia de una joya antes de pulir, sin los detalles que el cincel fue grabando golpe a golpe… Una copia cruda, sin perfilar, sin destellos… Una base ruda, unos cimientos sin florituras, una primera capa de pintura…

Ahí fue cuando me di cuenta de lo que siempre he pretendido con mis cosas… Tener algo muy cercano a lo que yo considero la perfección sin siquiera haber llegado a tener todo completo en una fase inicial… Entretenerme con cada uno de los detalles sin haber conseguido llegar a la meta… Algo que casi siempre ha acabado por dejar lo que tenía entre manos inacabado para siempre…

No vivimos en un mundo perfecto… Siempre hay quien mete la pata, quien tiene la nariz demasiado grande o el óxido que acaba afeando el metal más brillante… Entonces, si el entorno es así de hostil, ¿cómo puedo pretender llegar a la perfección, algo aparentemente imposible de alcanzar, y encima ya en la primera fase? ¿¿Por qué no voy a poder permitirme ser imperfecto??

Siempre he tenido una visión megalítica de las cosas… Siempre he jugado con el «todo o nada»… Y hasta ahora me ha costado entender que todo empieza poco a poco, con buena letra como se suele decir… Primero una y luego otra y así acabar la primera página y luego la segunda… Y ladrillo a ladrillo construir el muro, para luego poner la puerta y más tarde la ventana… Y pincelada a pincelada conseguir el bosque retratado…

Ha sido de esta manera como me he planteado seriamente instaurar esta filosofía en mi vida, o al menos intentarlo… Ir haciendo capas en mis proyectos, esos mismos que están siempre ahí y que no acaban moviéndose nunca… Olvidarme de una vez del fervor profesado por los detalles desde el primer momento… Buscar la perfección, si es posible eso, al final del camino y no en la primera curva…

En estos tiempos que corren nadie cree en uno mismo… Ni las empresas, ni los amigos, ni siquiera la propia familia a veces… Uno tiene que tiene que ser el primero en creer en uno mismo… En poner toda la fe que haya atesorado a lo largo de su vida y decidir cuando es el momento de invertirla y dar un giro a lo que tiene delante… Y ser capaz de darse una palmada en la espalda a uno mismo, como el mejor contorsionista, y decirse «vamos allá»… Sin miedo…
Yo he realizado una de esas apuestas… Si la jugada saldrá bien o mal, sólo el tiempo lo dirá… Pero los primeros pasos ya están dados… El jueves empezaré una nueva etapa que me permitirá seguir con los siguientes… Poco a poco os iré contando acerca de todos ellos…

Pronto más funciones… Imperfectas, pero más…

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    Un monstruo viene a verme
    (Patrick Ness)

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